Protección celestial

  1. Muy amado, no temas; la paz sea contigo. Daniel 10:19.

            Lo narrado en el capítulo 10 de Daniel, me impresionó, porque demuestra la lucha, que los humanos tenemos en esta tierra. Comienza así: “En el año tercero de Ciro, rey de Persia fue revelada palabra a Daniel”, probablemente tenía 85 años. Estaba junto a un río, cuando vio “un varón vestido de lino”. Daniel estaba solo y ese ser celestial le dijo: “No temas porque desde el primer día que pusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de Dios, fueron oídas tus palabras y por eso he venido. Más el príncipe del reino de Persia, se me opuso durante veintiún días… tengo ahora que volver para pelear con el príncipe de Persia”. Imaginemos esa pelea entre el príncipe celestial y el de las tinieblas. Cada uno procuraba convencer al Rey sobre sus asuntos, eran muy opuesto: el ángel celestial trataba de persuadirlo para que firmara el decreto, de modo que Jerusalén fuese reconstruida y es preparado el escenario, donde nacería Jesús. En esa lucha el enemigo susurraba al oído del rey Ciro muchos argumentos, para que creyendo que hacía lo correcto, no firmara el decreto.

          La lucha entre el bien y el mal siempre ha existido. Hablé sobre este tema con un amigo, se impresionó tanto y me comentó, que la protección celestial la tenemos si aceptamos y confiamos en Dios. Ese día, él sintió una paz que va más a allá de lo que había experimentado antes. Esa es la confianza que debemos tener todos los humanos, siempre tenemos problemas, pero debemos tomar la decisión de aceptar el bien o el mal: estamos con Dios o con Satanás, no hay neutros y no seremos obligados. El problema es que si no estamos con Cristo, que es nuestra defensa, pensando que seguimos los dictados de nuestra conciencia, seguimos los caminos equivocados del enemigo, que trata de convencernos que estamos haciendo lo correcto. Eso es fácil de comprender en la historia universal: ningún dictador cree que hace mal, así cometa las peores atrocidades y mande a fusilar a miles. Otro ejemplo es el de los delincuentes, asesinan por el dinero o para vengarse, lo planifican y se sienten contentos de hacer eso, creen que están siguiendo los dictados de su conciencia, pero son esclavos de Satanás. En la Edad Media, las cruzadas eran promovidas por el papa, varios reyes con su ejército iban a Jerusalén, para recuperar la tierra santa: los romanos mataban a los musulmanes y daban gracias a Dios, los musulmanes mataban a los romanos y daban gracias a Alá por lo mismo.

           Otro ejemplo está en las personas, que toman en serio el libro de la revelación de “El código Da Vinci”, no lo asumen como imaginario. Al no comprender cuál fue la misión de Cristo caen bajo Satanás, que le susurra sus falsas doctrinas para crear dudas, que los desvíen de la verdad. Yo también he tenido graves problemas con familiares, que dice ser cristiano, uno pensando que está haciendo lo correcto, inició su contacto con los espíritus de los muertos. A él se le presenta su mamá y me acusa falsamente de su muerte, aunque cuando ella murió vivíamos en diferentes países. Leamos Eclesiastés 9:5: “Los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben”. Estoy segura que Dios me salvó, es necesario orar siempre y leer la Biblia.

Articulo publicado en Volumen VIII. Guarda el enlace permanente.

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