Carta a una joven

He aquí que tú eres hermosa, amiga mía; He aquí eres bella; tus ojos son como palomas. Cantar de los cantares 1:15

Querida amiga:

           Yo sé que la juventud te da un gran deseo: el de ser siempre lozana y hermosa. Quiero hablarte de una belleza que tú posees, es la del alma. Tienes un corazón bondadoso y noble: sabes decir no cuando hay algo, que te puede hacer daño, y decir sí cuando sientes una vislumbre que te dignifica.

         El estudio de las enseñanzas de Cristo, te han dado tanta seguridad, que se refleja en tu mirada serena. Todos los lugares donde tú estás, sienten el influjo de tu sonrisa, y se vuelven tristes con tu ausencia, porque tú posees una belleza que brota de tu alma.

          Recuerda que para ser bella no hay como la pulcritud. Toda joven que siempre mantenga la frescura de su limpieza, será mucho más hermosa que otra que con pomadas, cremas y pinturas, procura cubrirse de la falsedad de su mundo interior, porque no  se nutre de las enseñanzas del Salvador.

          El perfume más sagrado es el que expele de un aseo minucioso, y el más bello arreglo es el de cosas en orden, te harán sentir bien donde quiera que estés, no por lo costoso de tu indumentaria, sino por tu sencillez. La violetica es una flor simple, pero también es bella, tú eres como una violetica: sencilla, noble, bondadosa y pulcra. ¡Cuán feliz haces a otros con tus cualidades!

           Hoy cuando te veo, pienso en cuánto has crecido y qué hermosa estás. Pareces una princesita, a quien después de una larga noche, el beso primaveral te despertó a la vida, al amor y a la poesía. De la tierra y de los ensueños te trajeron ángeles, te depositaron en los brazos de tu madre. Luego, diminutas haditas te ofrendaron una corona de hermosísimas perlas, que deberán adornar tus sienes. Cada perla es distinta a la otra, pero todas forman un conjunto perfecto.

           ¡Cuántas perlas tienes! Los nombres de las principales son: fe, pureza, bondad, obediencia a la Ley de Dios, ternura, discreción, simpatía, comprensión, sencillez, pulcritud, abnegación, aplicación al estudio y laboriosidad. Púlelas para que brillen y hermoseen tu rostro, hasta que un día, cuando tengas edad, un príncipe que andará buscando una verdadera princesa te encontrará y juntos reinarán en el imperio del amor.

 

Articulo publicado en Volumen VIII. Guarda el enlace permanente.

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