Espejismo de un pintor

Vio hombres pintados en la pared. Ezequiel 23:14.

           Para analizar el color de una composición pictórica, es indispensable tomar tres aspectos básicos: la esencia física del color, el punto de vista del pintor y la influencia de los factores culturales, sociales y psicológicos. El color está vinculado con el principio de la alteración de la luz o el arco iris. Todo en la naturaleza tiene color. Utilizan sustancias colorantes, pigmentos o pinturas para captar la esencia de las cosas. El pintor puede obtener una variada cantidad de matices, todo depende de su habilidad para mezclar los colores primarios entre sí o con los secundarios: blanco y negro. La pintura está sellada por un mayor o menor grado de saturación. Este mismo principio lo utilizó el pintor y dramaturgo César Rengifo, para los efectos lumínicos en el teatro, de modo que el grado de saturación corresponda a la mayor o menor intensidad de luz.

         Los colores tienen propiedad y provoca al espectador, con variedad de emociones y recuerdos, sean personales, sociales o culturales. Los colores cálidos: amarillo, naranja y rojo, son la luz, la vitalidad, la alegría y el movimiento. El rojo es un color excitante y estimulante. Los cálidos claros se relacionan con lo femenino y delicado. En los oscuros si predomina el naranja, indican riqueza, poder y majestuosidad. Los colores fríos: verde, azul y violeta son sedantes, sombríos y húmedos. Sugieren reposo, profundidad y quietud. Si el artista usa los claros colores fríos, da la sensación de frescura, soledad, descanso y amplitud. Si emplea los tonos oscuros con los azules, puede producir efectos de tristeza o misterio. Los pintores expresionistas, especialmente los de la escuela alemana, pusieron énfasis en el simbolismo del color. César Rengifo recibió esa influencia, al pasar por esa concepción fue de la pintura el teatro.

          En los discursos escénico y plástico de Rengifo, encontramos que emplea la misma simbología pictórica, de modo que los efectos lumínicos sean redundantes en situaciones. La luz roja remite dolor, sufrimiento y muertes trágicas, en su alegoría: “Esa espiga sembrada en Carabobo” refuerza la muerte de los caciques, antes de ser sacrificados fueron vilmente castigados. Rengifo da a los colores fríos cierto valor temporal: el violeta se identifica con la mayor distancia de un tiempo, dentro del universo en su obra. El azul y el verde van ligados a una referencia histórica menor.

            El azul es el color del atardecer, Rengifo sugiere la idea de descanso, profundidad y lejanía. El violeta lo vincula con el atardecer, en algunos casos le da un toque efectivo, que armoniza con el recuerdo de un amor juvenil. La luz amarilla se relaciona con los personajes femeninos. Pero es un signo de destrucción en las llamas de un incendio. Hay ocasiones cuando diseña una escena totalmente oscura, con una débil luz en el centro, como un indicador simbólico de la persistencia de la vida.

Articulo publicado en Volumen VIII. Guarda el enlace permanente.

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