Los alimentos pueden ser medicina


Mejor es la comida de legumbres. 
Proverbios 15: 17.

           Hace poco leí lo siguiente: “los alimentos son la mejor medicina y el mejor guardián de la salud, aún más importante que las vitaminas”. Si por nuestros errores alimenticios y la vida sedentaria tenemos un cuerpo enfermo, nuestra mente también se atrofiará. El éxito o el fracaso de cada persona, depende en gran medida de la forma cómo controla su alimentación y pensamientos.

         Si la mente y el cuerpo se recargan, con pensamientos y ejercicios violentos antes y después de las comidas, la digestión se entorpece. Cuando uno está agitado, inquieto o apurado, es mejor no comer en ese momento, porque hay una estrecha relación entre el estómago y el cerebro. Comer despacio y alegre, contribuyen con nuestra salud.

           La intemperancia en el comer y los excesos, hacen que los órganos digestivos pierdan vitalidad. Entre más sencilla sea la preparación de los alimentos, más fortalecerá nuestro cerebro y nuestro cuerpo. El mandato de Jesús, cuando realizaba sus curaciones milagrosas, era “vete y no peques más”, esto es, no continúes cometiendo los mismos errores que tanto daño te han causado. Hay oraciones que no son contestadas, porque se consumen alimentos y bebidas que hacen daño. Entonces, estaremos transitando por el camino, que nos puede llevar a una larga enfermedad, o a una muerte prematura.

          La siguiente cita del Departamento de Salud y temperancia del SDA, nos ayuda a comprender cualquier situación: “Aquellos que muestran hostilidad, según exámenes psicológicos, tienen hasta un 42% mayor riesgo de muertes prematuras, por causas combinadas, incluyendo enfermedades del corazón, diabetes y cáncer, que aquellos que no son hostiles”. Los mayores daños que recibe cada familia, tienen su origen en el mal genio y la alimentación equivocada. Si Cristo es el centro del hogar, el amor y la amistad se complementan. Las palabras de bondad disipa los temores y transforma la vida.

            La salud es el tesoro más importante, que podemos tener. Lo triste es que a veces el dinero, el trabajo y las noticias estresantes, cobran un precio tan alto, que acabar con la salud, la paz y la felicidad, además pueden tener un fin trágico. Hay personas que han sufrido infartos, o accidentes cerebrales y han quedado inutilizadas, porque con el propósito de escapar de sus problemas personales, se excedieron en discusiones agresivas, comidas y bebidas perjudiciales, además de otras actividades estresantes. Lo triste es que nuestros hijos cargan con ese peso. Para que las bendiciones de Dios, se debe cuidar la alimentación, hacer ejercicio, orar y leer cada día una porción de la Biblia.

Articulo publicado en Volumen XII. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.