La misión de Jesús


Jesús… como 
 se creía, de  José… hijo de David… hijo de Abraham, hijo de  Noé…  de Adán, hijo de Dios. Lucas 3:23-38.  

             Sólo se entiende la misión de Cristo, por medio de la Biblia. Toda su vida fue profetizada, comenzó en el Edén, cuando Adán y Eva pecaron. Desde Adán y Eva hasta el nacimiento de Cristo, hubo 62 generaciones.

           El siglo XIX antes de Cristo, Abraham “varón justo”, descendiente de Adán y de Noé, vivía en Ur de los Caldeos. Para separarlo de influencia pagana, Dios le dijo: “Vete de tu tierra y de tu parentela a una tierra que yo te mostraré” y “por fe salió sin saber a dónde iba”. Judíos y musulmanes, se consideran descendientes de Abraham.

          Veamos seis de las muchas profecías, sobre la vida y misión de Cristo, registradas en el Antiguo Testamento y confirmado su cumplimiento en el Nuevo Testamento:

          1) En Isaías 7:14, leemos: “La virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y se llamará  Enmauel (Dios con nosotros)”. Su cumplimiento está registrado en Mateo 1:18, “El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo”.

        2) El lugar de su nacimiento, según Miqueas 5:2, fue “Belén… de ti me saldrá el que será Señor de Israel”. Según Lucas 2, César Augusto, el emperador romano, promulgó un decreto para que todos fueran censados en su ciudad de origen. Entonces “José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea… que se llama Belén… con María su mujer… estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento”. José y María vivían en Nazaret, el Emperador Romano, no sabía nada de las profecías del nacimiento de Cristo, pero dictó un decreto para que cada uno se registrara en su lugar de origen. José y María tuvieron que ir a Belén y allí nació el Salvador.

          3) La matanza de los niños fue profetizada. Leamos Jeremías 31:15, “Raquel llora a sus hijos y no quiso ser consolada… porque perecieron”. Cuando Cristo nació, Herodes el Grande era el rey de Judea. Generalmente, los magos del Oriente eran filósofos, mientras estudiaban las estrellas, vieron una luz en el cielo. Trataron de conocer su misterio y encontraron datos, sobre el nacimiento del “Mesías Príncipe”, además tuvieron un sueño, que los hizo tomar la decisión de ir a Jerusalén. Llegaron preguntando “¿Dónde está el Rey de los Judíos? Porque su estrella hemos visto”. Salieron de Jerusalén y llegaron al lugar donde nació Jesús. Como los magos no volvieron con la información que Herodes había pedido, “mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y sus alrededores” Mateo 2:16. La noche que salieron los magos, mientras el padre dormía, un ángel le contó el secreto del Rey, enseguida se levantó: con su esposa María y niño Jesús, salieron y se refugiaron en Egipto.

           4) La obra de Jesús según Isaías 61:1, es: “Jehová me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón y a publicar libertad a los cautivos”. Todo se cumplió porque: “Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio” Mateo 11:5.  Es imposible hablar de la vida de Cristo, sin hacer referencia a sus milagros.

           5) En Isaías 53:3, leemos: “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores”. En Juan 1:11, dice “A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron”.  Esta profecía se cumplió: cuando los soldados romanos lo llevaron ante Pilato, sabía que era inocente, por la obstinación de sacerdotes y fariseos con el pueblo gritaban: “su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos”, lo entregó y fue crucificado.

           6) Isaías 53:6, dice: “Cada cual se apartó por su camino, mas Jehová cargó en él, el pecado de todos nosotros”. El cumplimiento según Mateo 1:21 es que “llamará su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Las profecías son claras, porque señalan detalladamente su nacimiento, ministerio, muerte y resurrección.

Articulo publicado en Volumen XII. Guarda el enlace permanente.

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