Entrevista con un psicólogo

Jehová, ten misericordia de mi; sana mi alma,  porque contra ti he pecado. Salmos 41:4

La vida agitada, los problemas económicos y familiares generan estrés, por lo que muchas veces es necesaria la presencia de un psicólogo, para que ayude a encontrar el punto en el cual nos perdimos. Conseguí una entrevista con uno de los mejores, quería además de su orientación saber el procedimiento utilizado, para evitar recaídas.

Me explicó que la principal función de un psicólogo es oír con paciencia al enfermo. El siguiente paso es analizar sus miedos, desilusiones, frustraciones, rencores y odio. Comienza con su niñez, para que saque todo lo que atormente. Ejemplo: si está acomplejado porque su hermano tiene un doctorado y ha escalado una posición alta, la recomendación es qué reinicie los estudios. Si la situación es por el aburrimiento que produce la rutina, surge la pregunta: ¿qué te gusta hacer? La respuesta puede ser: viajar, salir, divertirse, etc. La sugerencia en forma interrogativa es: ¿por qué no lo haces?

Otro de los problemas frecuentes es sobre la relación conyugal: el esposo como está viejo llega cansado. La recomendación es sobre la parte emotiva de una pareja joven, que necesita disfrutar de su vida.

El psicólogo me advirtió dos cosas: A) Si el problema presenta un cuadro clínico grave, debe ir a un psiquiatra y que le administre las medicinas necesarias, para controlar su organismo. B) Las recomienda son de acuerdo con las expectativas del paciente, en ningún momento impone nada, ni da soluciones. Deben ser muy cuidadosos, porque si las cosas salen mal, pueden sufrir las consecuencias. Dejó bien claro, que las sugerencias van dirigidas hacia lo que el paciente ha expresado en las entrevistas.

Me confesó la poca la ayuda, que muchos de sus colegas dan a los pacientes. Aunque sean cristianos, si no tiene base bíblica, puede convertirse en equivocados del paciente, si lo aparta del problema le trae aflicción, en lugar de paz. Es buena la sugerencia de estudiar para superarse, pero no para competir ni rivalizar. Si se fomenta la envidia, el mal se agudiza en lugar de sanarse. Cualquier recomendación o sugerencia en función de las expectativas emotivas o sensuales del paciente, no soluciona nada, pues no ayuda a la recuperación de la salud mental. Añadió: “yo trabajo en una institución cristiana y trato de acercarlos al Médico Divino. Sé por experiencia que si no hay un cambio y una renovación en la vida, aunque parezca que el problema ha encontrado solución, resurgirá más grave que cuando comenzó. Ayudamos, pero Cristo es el único que puede dar completa sanidad. Me gusta estimular a mis pacientes para que participen en actividades de ayuda, especialmente en su iglesia, que tengan palabras de bondad hasta con los que antes odiaban. El resultado ha sido sorprendente”.

Articulo publicado en Volumen III. Guarda el enlace permanente.

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