Nuestro hogar

La blanda respuesta quita la ira, mas la palabra áspera hace subir el furor. Proverbios 15:1

       Cada cosa que hacemos, contribuye con la vida futura de nuestros hijos. Si “no se implanta en el alma un sólo sentimiento virtuoso y santo… El enemigo de las almas procura controlar la mente de los padres, para que graben su propio carácter sobre sus niños. De modo que nazcan con pasiones bajas, y sus facultades morales se desarrollen débilmente” (White). Esto nos ayuda a entender cómo el enemigo trabaja, para que si no estamos  en comunión con Dios, las malas ideas arruinen nuestro hogar.

          Leamos otro de los consejos, sobre la forma cómo debemos orientar a nuestros hijos: “no les permitáis manifestar su enojo. Enseñadles a ser bondadosos y pacientes. Enseñadles a ser considerados con otros. Así los prepararéis para un ministerio superior” (White). Esto señala la más exaltada educación, que como humanos debemos recibir y dar a nuestros hijos, esto es moldear nuestro carácter sintetizado en: “la paciencia de los santos” Apocalipsis 14:12. Además es el rasgo principal que debemos tener, para ir al cielo y tener una mejor vida aquí en la tierra. Son muchas las personas que sus problemas los ponen tan nerviosos, que les ocasionan infartos y enfermedades. Si tenemos la mente siempre ocupada con pensamientos nobles, alcanzaremos momentos tan altos, que nos asombraremos. La paciencia es un reflejo de nuestro amor, a Dios y al prójimo.

            Estuve leyendo algunas tradiciones judías. Me llamó la atención el énfasis, que ponen en el sábado, como un reencuentro personal con Dios. Los viernes a la puesta del sol, con su reunión familiar, tanto la madre como el padre bendicen y oran por sus hijos en forma individual. Mientras lo hacen colocan sus manos sobre la cabeza o los hombros del hijo. La bendición se centra en estos puntos básicos: que Dios los ayude a ser nobles, sabios y que no se aparten de los verdaderos caminos. Hago mención a esto porque me ha llamado la atención la vida de los judíos, aunque son pocos y están en distintos países, han ganado la mayor cantidad de los “Premios Nobel” del mundo.

           Según las investigaciones, en el mundo hay unos catorce millones de judíos. Llama la atención que esa pequeña cantidad de personas, desde el año 1905 hasta el hasta el 2000, durante 95 años, hayan recibido 127 Premios Nobel en: Paz 8, Literatura 10, Economía 13, Medicina 43 y Física 53. En cambio los árabes, que tienen casi la tercera parte de los habitantes del mundo, en los mismos 95 años, sólo siete personas han sido galardonados con ese importante “Premio Nobel”.

            El profeta Daniel era judío, a los 17 años lo llevaron a la corte de Babilonia, el imperio de mayor esplendor de esa época. Recibió la orden que debía comer “de la comida del rey”. Por instrucciones de sus padres, decidió no contaminarse con esa comida. Su alimentación vegetariana y sus oraciones lo fortalecieron tanto, que tres años más tarde, el Rey lo encontró “en inteligencia y sabiduría… diez veces mejor que todos los magos y astrólogos que había en todo el reino”. Dios premió su fidelidad, llegó a ser el principal consejero de los últimos reyes de Babilonia, y los primeros de Medo Persia. Dios derrama sus bendiciones sobre los que honran su nombre, y cuidan su alimentación. Oremos y orientemos a nuestros hijos, para que sigan al Salvador.

Articulo publicado en Volumen XIV. Guarda el enlace permanente.

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