El sábado

     Si retrajeres del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo. Isaías 58:13.

Estuve leyendo la historia de un obispo de una iglesia evangélica, que descubrió la santidad del sábado, cuando una de sus feligresas le preguntó:

-Pastor, ¿hay alguna referencia bíblica sobre la observancia del domingo como día de reposo?

-Oh, sí, muchísimas, el domingo predicaré sobre eso, respondió.

El pastor llegó a su casa decidido a hacer un minucioso estudio sobre ese tema. ¡Cada día era mayor su asombro al no encontrar un sólo versículo, en la Biblia, que autorizara la observancia del domingo! Fue duro reconocer que estaba equivocado. Hoy, él guarda el sábado.

El sábado es un monumento conmemorativo de la creación, es el cuarto mandamiento de la ley de Dios y en la patria celestial “a todos los que guarden el sábado… y abracen mi pacto, dice Jehová, los llevaré a mi santo monte y los recrearé en mi casa de oración” Isaías 56:6-7. La observancia del sábado es uno de los puntos clave en la gran controversia final. El Príncipe de las tinieblas se propuso confundir a la cristiandad, al convencerla que el sábado fue sustituido por el domingo, como culto a la resurrección. Constantino, el primer emperador romano convertido al cristianismo, quiso establecer un día de fiesta que fuera apreciado por cristianos y paganos, como “el domingo era popular entre sus súbditos paganos, adoradores del dios sol” (1), con un aparente objetivo de carácter civil, el año 321 promulgó la primera ley dominical.

En los días de Cristo, los fariseos buscando un pretexto para acusarlo, le preguntaron: ¿Es lícito curar en sábado? Según el Deseado de Todas las Gentes p. 52, la forma como el Salvador manejó el sábado es para que se entienda que “el objeto de la obra de Dios en este mundo es la redención del hombre, por tanto, lo que es necesario hacer en sábado en cumplimiento con esta obra, está de acuerdo con la ley del sábado”. George Knight afirma que los fariseos elaboraron “1.521 leyes para resguardar y proteger el día sábado” (2), lo convirtieron en una pesada carga. Se esforzaron tanto por cumplir la letra de la ley, que nublaron su esencia.

El descanso sabático fue establecido para nuestro beneficio físico, emocional y mental. Es la vacación de un día cada semana, para que al entrar en comunión con el Cielo, desarrollemos la parte espiritual con que fuimos creados. Se debe esperar la llegada del sábado, con la misma disposición con que nos preparamos, para una cita con el ser amado. Si esa es nuestra actitud mental, disfrutaremos de las bendiciones de las horas sagradas, igual que lo hizo Cristo, el Modelo Perfecto. El viernes es el día cuando debemos completar los trajines de la semana, de modo que estemos preparados para entrar en el reposo sabático dispuesto por Dios. A veces nos preocupamos tanto por la parte externa, que olvidamos la preparación espiritual.

La familiaridad con los designios de Dios y el alejamiento de la rutina, nos ayudarán a vencer el orgullo, el egoísmo y todo lo que arruine nuestro gozo interior. ¡Cuántas las visitas al médico (cardiólogo o siquiatra) se evitarían si entráramos en el reposo sabático dispuesto por Dios! Despertaremos cada domingo relajados, con lo agradable que nos dejó el día santo, y listos para comenzar la semana, que concluirá con las mismas o más bendiciones el sábado siguiente.

(1) C. M. Maxwell, 1989. Dios Revela el Futuro. Pacifis Press Publishing Association. P. 136. (2)   George Knight. 1989. Guía del Fariseo para una santidad perfecta. PPPA. P. 16.

 

Articulo publicado en Volumen V. Guarda el enlace permanente.

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