El amor a las riquezas

La raíz de todos los males es el amor al dinero. 1ª de Timoteo 6:10.

          Entre las parábolas de Jesús sobre el plan de salvación, está la de “el rico insensato” Lucas 12:13-21, comienza con el siguiente consejo: “guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Explicó lo que debe hacer, terminó así: “el alma, muchos bienes tienes guardado para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedir tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoros, y no es rico para Dios”.

       Mi bisabuelo era de una de las islas del Caribe. Llegó a una pequeña ciudad de Colombia, se casó con una joven rica y tuvieron tres hijos. Cuando ella quedó viuda se posesionó de las dos casas y las dos haciendas de su esposo. Los hermanos de mi abuelo murieron, él tomó posesión de una hacienda y dejó lo demás a la esposa de su papá, que tuvieron 8 hijos. Como gastaron todo el dinero, pusieron sus ojos en la hacienda de mi abuelo. El pleito duró 20 años. A pesar de todas las artimañas, legalmente no podían quitarle a mi abuelo su hacienda. Desesperados, decidieron asesinarlo. Por la oferta de ser dueño de la mitad de la productiva hacienda de mi abuelo, dos jóvenes fueron al campo donde mi abuelo trabajaba, uno lo agarro y el otro le enterró una bala en un ojo. No hubo venganza, mis tíos abandonaron el lugar. En el lapso de 30 años, esas 9 personas murieron de una enfermedad misteriosa. La madre vivió lo suficiente para ver la maldición de su obra. Quedaron en la miseria y ninguno se casó. Hace unos 20 años, alguien me hizo llegar un comunicado de la Alcaldía de esa ciudad, con una invitación a todos los descendientes de mi abuelo, a presentar sus documentos de identificación, porque el gobierno se había encargado, de la repartición de la herencia de las dos casas céntricas, que habían pertenecido a mi bisabuela.

          He conocido historias de personas, que por amor al dinero han asesinado. Supe de un hombre, que trazó un plan para liquidar a toda su familia en un viaje: con el fin de posesionarse de los bienes de su esposa, todo lo preparó tan bien, que cuando el carro chocó, lo incendió, él suponía que todos estaban muertos, pero una de sus hijastras se dio cuenta del plan macabro y fingió estar muerta. Cuando llegaron las autoridades, ella se levantó y testificó lo acontecido. Esto indica que entre cielo y tierra no hay nada oculto, porque según Gálata 6:7 “todo lo que hombre sembrare, eso cegará”.

         La maldad se extiende cada vez más. Sigamos los consejos de Jesús: “guardaos de toda avaricia… haced tesoros en el cielo… donde ladrones no minan ni hurtan”. Si con amor seguimos el plan divino, recibiremos abundantes bendiciones.

Articulo publicado en Volumen XI. Guarda el enlace permanente.

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