Cómo vivir mejor

Por tanto os ruego, que comáis por vuestra salud. Hechos 27:34.

             En la revista “Nacional Geografic” de noviembre del 2005, encontré un artículo sobre las tres ciudades del mundo, donde las personas tienen larga vida. El título es: “El secreto de larga vida”. Los tres lugares son: Okinawa, una isla de Japón, Sardinia una región de Italia y Loma Linda en California, Estados Unidos. Describen a personas de larga vida, debido a su estilo de vida, porque además de estar siempre haciendo algo, cuidan su alimentación y hacen ejercicios físicos y mentales.

         Hace pocos, recibí una información sobre ciertos aspectos de nuestro carácter, que pueden arruinar nuestras vidas. Entre otros están: “la ira, la soledad y la tristeza”, esos rasgos unidos, pueden provocar estrés, sin duda baja las defensas. Pienso en la oración, la lectura de la Biblia, el ejercicio constante y tener la mente ocupada con pensamientos positivos, eso nos ayudan a relajarnos y a disfrutar de nuestra vida.

            Según algunas investigaciones médicas, la linaza es positiva en el tratamiento de  muchas enfermedades. Cada semilla contiene ingredientes nutritivos, que fortalecen la salud, pues contribuye para que la digestión sea buena, la piel resplandezca y aumente la energía, también combate el cáncer, reduce el peligro de coágulos en la sangre, la presión alta, el colesterol, inflamaciones como la artritis, contribuye a mantener un buen peso y protege los riñones. Según los consejos médicos debe consumirse molida, porque si pasa entera por el sistema digestivo, no recibiremos todos los beneficios, que ofrecen los nutrientes que se encuentra dentro de cada semilla.

            Me llamó la atención esta información que recibí sobre la linaza, hace más de 52 años sentí que me desmayaba, por primera vez me llevaron al cardiólogo. Según los exámenes, como la sangre pura y la impura se mezclaban dentro del corazón, trabajaba el doble bombeando la sangre, para que el oxígeno llegara a todo mi cuerpo. Los médicos me repetían que lo que me iba a matar, no era el corazón sino el hígado, que carente del oxígeno necesario estaba tan endurecido, que pronto paralizaría sus funciones. Además, tenía ulcerado el colón. Me encontraba en pésimas condiciones, cuando tomé la decisión el 13-4-1967, fui operada de corazón abierto, en el Hospital Universitario de Caracas.

            Un año después de la operación del corazón, los médicos me dijeron que debía operarme del hígado. Yo me encontraba mal. Pensando en que debía ayudar a mis hijos, que decidieron estudiar en instituciones cristianas, me sometí a un régimen alimenticio vegetariano. Mi deficiencia hepática continuaba, como por varios años la bilis pasaba a la sangre, el color de mi piel era amarillento, llamaba tanto la atención, que los cardiólogos me dijeron que debía operarme. Veinte y un años después de la operación mencionada, fui operada de la vesícula en el mismo Hospital. Una de las recomendaciones que me dieron los médicos, fue sobre la alimentación. Sin ser extremista, continúo cuidando mi alimentación y me mantengo siempre ocupada. Diariamente oro y doy gracias al Altísimo por las grandes bendiciones que continuamente he recibido.

Articulo publicado en Volumen XI. Guarda el enlace permanente.

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