Caminando con Jesús

  1. No temas porque yo estoy contigo no desmayes porque yo soy tu Dios que te…      Sustentaré con la diestra de mi justicia. Isaías 41:10

La forma como Dios ha guiado a los que aceptan, a través de toda la historia humana es tan asombrosa, que supera los límites de la imaginación. Siempre su luz ha brillado sobre las mentes y corazones de todos, los que desean conocer la verdad.

Es muy fácil apartarse del camino verdadero. Sólo se necesita dejar de mirar a Cristo para que el oropel del mundo atrape. La única guía segura que tenemos es la oración y el estudio de la Biblia, se nos insta a leerla “todos los días de nuestra vida” Deut. 17:19. Andar con Jesús es despertar cada mañana, con la agradable sensación que el ángel de Jehová ha velado nuestro sueño, es tener la seguridad que nos ha librado de peligros, además del gozo de su presencia en nuestras vidas.

En los albores de la humanidad, los hombres vivían muchos años. Según la inspiración divina eran nobles, de buen parecer y con mentes privilegiadas. Si creemos que ”creó Dios al hombre a su imagen y semejanza” Génesis 2:27, es fácil pensar que lo dotó de una capacidad intelectual superior. No tenemos constancia de sus actividades, durante esa etapa de la historia humana. Aunque no habían inventado la escritura, la transmisión era oral. Probablemente los antidiluvianos, como tenían una vida muy larga, Matusalén vivió 969 años, contaban los relatos por generaciones, y no sentían la necesidad de llevar un registro de sus actividades.

Los israelitas, frecuentemente estaban en guerra con sus vecinos, cuando por sus muchos pecados sentían que el desastre les venía encima, clamaban a Dios, aceptaban las amonestaciones y prometían hacer “todo lo que Jehová había dicho”. Dios los oía y la victoria contra sus enemigos sucedía milagrosamente. Pasaba la tormenta, la paz y la tranquilidad traían consigo la indiferencia y el olvido. Volvían a caer en los mismos errores, que tanto sufrimiento les había causado. Igual que en el pasado, podemos caer en el olvido. A veces como María, la del relato bíblico “las muchas cosas” de este mundo nos mantienen tan ocupados que, lenta y progresivamente vamos perdiendo el gusto por las cosas celestiales, sin darnos cuenta, que estamos alejándonos de Jesús, la “fuente de agua viva”.

 

 

 

 

 

 

 

Articulo publicado en Volumen II. Guarda el enlace permanente.

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