Jacob siguió su camino y le salieron al encuentro Ángeles de Dios. Génesis 32:1.
En la Biblia hay informes sobre seres celestiales, que han aparecido en forma humana, para socorrer a los que en momentos de mayor peligro, piden ayuda divina. Tal fue la vida de Jacob, hijo de Isaac y nieto de Abrahán.
Aunque Esaú, su hermano gemelo, por una comida le vendió su primogenitura, cuando supo que ayudado por su madre obtuvo la bendición de su padre, se enojó tanto y dijo: “llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob”. Tan pronto su madre recibió esa información, insistió que se fuera para Harán, donde vivía Labán su hermano. Siguió el consejo y con el pretexto de no tomar esposa idólatra, salió para la tierra de su tío. Iba en camino y una noche mientras dormía, soñó que había “una escalera que estaba apoyada en la tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y ángeles de Dios subían y descendían por ella”. Desde lo alto oyó el siguiente mensaje: “Yo soy Jehová, el Dios de Abraham y de Isaac tu padre; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia… y todas las familias de la tierra serán benditas en tu simiente. He aquí yo estoy contigo y te guardaré donde quiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra”. Cuando Jacob despertó, miró todo y dijo: “Ciertamente Jehová está en este lugar y yo no lo sabía”. Llamó ese lugar Betel “casa de Dios”. Como la paz lo inundó hizo este voto a Dios: “de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti” Génesis 28:22.
Jacob estuvo en la casa de su tío Labán 20 años, se casó con sus dos hijas. Cuando las cosas no estaban bien, decidió irse para la tierra de Canaán, donde vivía su padre. Salió con sus dos esposas, los once hijos que ya tenía, criados y todo el ganado que había adquirido. La noticia del regreso de Jacob, despertó en Esaú el recuerdo del pasado y su deseo de venganza. Jacob envió mensajeros con saludos para conseguir la reconciliación. Cuando volvieron le dijeron, que su hermano venía con 400 hombres. Con el fin de apaciguar la ira de su hermano Esaú, con otros siervos, en dos ocasiones, le envió regalos. Como señal de amparo, ángeles salieron al encuentro de Jacob.
El encuentro que pronto tendría con Esaú lo angustió tanto, que dividió a su gente en dos grupos, pensaba que si atacaba a uno, el otro podía huir. Con humildad y arrepentido pidió la protección de Dios. En la noche, pasó a sus esposas, hijos y siervos al otro lado del río. Jacob se quedó solo invocando el nombre de Dios, entonces apareció un Varón y estuvo con él “hasta que rayaba el alba”. Como no dejaba que se fuera, el Varón tocó su muslo y le ocasionó dolor. Jacob comprendió que era un ser celestial y dijo: “no te dejaré si no me bendices”. Le preguntó su nombre y dijo: “No será más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido”.
Mientras Jacob estaba con ese ángel, otro ser celestial apaciguó a Esaú. Antes de continuar habló a sus soldados sobre el sueño que había tenido, para que no hicieran ningún daño a Jacob, porque el Dios de su padre estaba con él. Nuevamente el Ser Celestial apareció a Jacob y confirmó el cambio de su nombre por Israel, además le habló de todas las bendiciones que recibiría su descendencia: habrían reyes y nacería el Salvador. Este es el origen de los israelitas. (Basado en Génesis 27-33)
Recordemos que en el mismo capítulo (32) inicia narrando el pánico de Jacob con el encuentro con su hermano y quería por eso el acompañamiento físico del ángel.
Como tal NO fue una lucha, sino un forcejeo (He visto a Dios cara a cara, y sin embargo todavía estoy vivo). Jacob retiene al ángel y el ángel es quien inicia el forcejeo para irse.
Pregunto: ¿Jacob era un bendecido de Dios? por supuesto que si. Ya su padre le había bendecido con la primogenitura. Ya Jacob regresaba rico y con familia. El forcejeo era por el acompañamiento, que sería una bendición, al encuéntro con su hermano y, al final la obtuvo, porque el ángel pronunció unas palabras que le dieron la motivación suficiente para continuar su camino al temerario encuéntro.
Jacob había echo cruzar el vado a su familia, pero el se quedo del otro lado por temor. Cuando le fue declarado por el ángel su buen camino, sin dudar lo atravesó.