¿Se puede ser feliz?

Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté en vosotros Juan 15:11

            Es necesario mantenernos en oración para que cada cosa, que hagamos o digamos sea dirigida por nuestro Padre Celestial. Una de nuestras misiones es hablar o testificar de las grandes cosas, que Dios ha hecho por nosotros y el gozo que experimentamos, al ser partícipes de su amor. Estoy convencida que Dios nos hizo a su “imagen y semejanza”, si nos llenamos de su amor somos felices. Sólo al estar impregnados del gozo espiritual, reflejamos el amor de Dios en nuestras vidas.

Para alcanzar la felicidad es necesario despojarnos de todo lo, que interfiera en nuestra relación con Dios. La base fundamental es el amor, siempre libre. Tenemos la facultad de decidir amar a Dios y al prójimo, que incluye a todos los que tenemos cerca, ya sean hijos, cónyuges, familiares, vecinos, amigos y hasta enemigos. La felicidad nos llena, cuando se adora a Dios y se tiende la mano al caído o al necesitado.

Jamás imaginé que mi acercamiento a una angustiada vecina, me traería tantas bendiciones. La conocí en una parada de buses. Me dio su dirección y su teléfono, después la visité. Hablaba hasta por los codos. Me preguntaba ¿qué hago aquí? La continuaba visitando los viernes a la puesta del sol. El objetivo principal era orar. Lo maravilloso fue que fui descubriendo su carácter: carente de amor y simpatía, enferma, sola y llena de temores, era noble, bondadosa y dispuesta a realizar cualquier cosa por su prójimo. He llegado a la conclusión, que si con humildad tendemos la mano a alguien, la ayuda se revierte y somos nosotros los que recibimos las mayores bendiciones.

La felicidad es un don que no tiene precio, tenemos que aprender a posesionarnos de ella, para que nuestro hogar y vida, sean un pedazo de cielo en la tierra. Jesús siempre está listo a perdonarnos, si acudimos a él con fe. El arrepentimiento nace en el corazón y nos llenamos de verdadera paz. El mayor enemigo que tenemos somos nosotros mismos, no hay peor tormento que el terrible peso de una conciencia culpable. Hay que enterrar el pasado y vivir siempre con la mirada en Jesús, sin él es imposible vencer los defectos y debilidades de nuestro carácter. Las leyes físicas se cumplen en la vida del humano, todo lo que sembramos eso cosechamos. Si cada noche nos dormimos elevando nuestros pensamientos al cielo en oración, despertaremos la mañana siguiente con la agradable sensación, que el ángel de Jehová veló nuestro sueño. La confianza en Dios y oraciones se impregnan del amor divino, despertaremos con un raudal de bendiciones, maravillados iniciaremos cada día nuestras faenas.

Articulo publicado en Volumen I. Guarda el enlace permanente.

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