¿Qué puedo hacer?

El limpio de manos y puro de corazón… recibirá bendición de Jehová. Salmo 24:4-5

         Un profesor universitario venezolano aprovechó su año sabático, para tomar un curso de inglés en Nueva York. Un frío día de febrero, mientras sus pensamientos viajaban, salió a caminar. Después tomó el ferry que unía la isla de Manhatan con Staten Island. Se bajó pensando que podría encontrar un taxi, para regresar a la universidad. La nieve todo lo cubría y la calle estaba vacía. Los taxis no estaban trabajando por el peligro que representaba la nevada. Desconcertado, solo y nervioso repetía: ¿qué puedo hacer? Repentinamente se le acercó un hombre alto y le preguntó:

–         ¿Está usted perdido?

–         ¡Oh, si! –respondió el profesor.

–         ¿Para dónde va?

–         Voy para el Warner College, pero no sé como llegar.

–         Sígame, le dijo el hombre.

        La nieve continuaba cayendo. Caminaron hasta la parada de los buses. Además de pagar el pasaje del profesor, le dijo al chofer donde debía dejarlo, desapareció tan misteriosamente como llegó. Cuando el profesor habla de eso, la expresión de su rostro refleja su convencimiento, que fue un ser celestial quien lo auxilió.

       Ese profesor venía de un hogar católico y se hizo ateo. Manifiesta sus sentimientos en lo que escribía, leamos: “He revisado mi vida desde la perspectiva de la fe, encuentro que el Señor no me quiere fuera de Él, me ama demasiado. Con su providencia y compañía, me expresa diariamente que está pendiente de mí. Su presencia es constante y me habla a mi corazón. Gracias por arroparme de sus bendiciones.

         “Oro a toda hora, como la única manera de recibir la felicidad que viene de Dios. En el libro: La oración de Jabes de Bruce Wilkinson, leí lo siguiente: “Invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y me libras del mal, para que no me dañe! Y Le otorgo a Dios lo que pidió” 1ª. Crónicas 4:10. Ahora amo a Dios más que antes, me muestra cómo orar, ayunar y abrirle la puerta. Este libro tiene esta pregunta para meditar: “¿Cuándo fue la última vez que Dios obró a través de usted, y supo que fue Él, quien lo hizo?”. Estamos en la misma senda, no hay manera de desviarnos a menos que nos separemos de Dios. Alguien dijo que hay poca diferencia entre las personas. En el Antiguo Testamento, Jabes no se levanta como Moisés o David, ni ilumina el libro de los Hechos como los cristianos primitivos, que trasformaron el mundo. La pequeña diferencia en su vida, hizo la desigualdad”. – Franco

          Dios preparó el camino y cobijó a este profesor bajo su manto, para que fuera un testimonio del gran amor divino: después que se casó conmigo, se convirtió a la iglesia Adventista, mi hijo el pastor lo bautizó, fue director de la escuela sabática los dos últimos años de su vida, murió el 2-5-2009 de una enfermedad misteriosa.

Articulo publicado en Volumen V. Guarda el enlace permanente.

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