Visión de un cacique

 ¿Dónde está el Rey de los Judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en oriente. Mateo 2:2. 

           La luz celestial siempre resplandece aun en medio de las tinieblas. El nacimiento de Cristo fue revelado a unos magos del oriente. Lo interesante es que esa verdad le fue derramaba con rayos de luz tan brillantes, que decidieron ir a Jerusalén a buscar al recién nacido Mesías Príncipe. El orgullo cerró el entendimiento de los ancianos y sacerdotes de Jerusalén, aunque estaba profetizada la misión de Cristo, no la comprendieron.

          Leí un libro del Pastor Natanael García, sobre la forma cómo la luz celestial, en la década del 1880, llegó al cacique de la tribu arekuna, en Santa Elena de Uairén, en la Gran Sabana, territorio selvático del suroeste del Estado Bolívar, en la frontera entre Venezuela, Guayana Inglesa y Brasil. Dios le reveló a ese cacique, por medio de visiones y sueños, ciertos importantes puntos bíblicos, como la creación, el decálogo divino, el pecado de Adán y Eva, vida y muerte de Cristo, su ascensión y su segunda venida. Además le fue mostrado “un hombre blanco con un libro negro” (una Biblia) que llegaría a ese lugar para enseñarles la verdad. La vida de ese cacique se transformó y toda su tribu lo siguió. Sus vidas cambiaron: no hubo más sacrificios humanos, no tenían más de una esposa y comenzaron a guardar el sábado. Los años pasaron, el cacique murió pero “el hombre blanco con el libro negro” no había llegado.

           Algunos se desanimaron, pero en otros la fe continuó. Hablaban a exploradores y aventuraros qué llegaban a ese lugar sobre las visiones del cacique y pedían que, enviaran a alguien que continuara esas enseñanzas. Sus peticiones llegaron a las oficinas de los adventistas en la Guayana inglesa, a comienzos del siglo XX. Al principio no tenían persona, ni dinero. Después el pastor Davis decidió ir con un minero, pero se enfermó. El siguiente año organizó otra expedición. Aunque logró su objetivo y llegó a esa región selvática, fue recibido con gran alegría porque era “el hombre blanco con el libro negro”, que tanto tiempo lo habían esperado. Se dedicó a enseñarles las doctrinas bíblicas y algunos himnos en inglés, porque no había quien los tradujera a su lengua.

            La salud del pastor Davis empeoró. Un día se sentía tan mal que mandó a llamar al cacique y también al pueblo. Después de cantar, orar y hablar sobre la importancia de mantener la fe en Dios, murió. La tristeza los invadía. Lo enterraron en el Monte Roraima, donde duerme el sueño de los justos, se levantará cuando Cristo regrese.

           Estuvieron varios años aislados. Esa zona es un centro atractivo, con frecuencia iban exploradores. Pasaban cerca del lugar donde había sido sepultado el pastor Davis, veían a los nativos cantando himnos en inglés. Eso los intrigaba. En una ocasión, dos pastores de Curazao fueron a esa aldea, asombrados escucharon toda su información. Además un hijo del cacique entregó papeles, documentos y la última carta que había escrito el pastor Davis. El cambio llegó, hoy día en esa región hay iglesias Adventistas, escuelas primarias, un colegio secundario con especialidades universitarias en agricultura, música, administración y economía domestica.

          A este cacique, igual que a “los magos de oriente”, la luz de la verdad penetró en sus corazones: los magos decidieron ir en busca del Príncipe recién nacido, y al cacique junto con su tribu también llegó la luz celestial. Dios siempre envía su mensaje de salvación a todas las personas, que abren sus corazones a la verdad.

Articulo publicado en Volumen IX. Guarda el enlace permanente.

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