Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo y derrotaré a los madianitas. Jueces 6:16.
Los israelitas se habían apartado tanto de los caminos de Dios, adoraban a Baal y otros dioses. Sus vecinos, los madianitas los tenían tan arruinados, hasta les quitaban la comida, por eso desesperados clamaron a Jehová. Gedeón, de la tribu de Manasés, trabajaba en el campo cuando Dios lo llamó, para que librara a su pueblo de los opresores. Aunque al principio tenía dudas, como el ángel de Jehová lo incentivó, aceptó y pasó a ser el quinto juez de Israel, durante cuarenta años.
Al llamado respondió: “Mi familia es pobre en Manasés, y yo soy el menor en la casa de mi padre”. Nuevamente “el ángel de Jehová se le apareció y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente”. Como siguió dudando, pidió señales. Dios además de dárselas “le dijo: Paz a ti; no tengas temor”. Esa noche, lo primero que hizo Gedeón fue edificar un altar a Jehová, y derribar el de Baal. En la mañana, los de la ciudad fueron y le dijeron al padre, que por eso su hijo debía morir, pero él lo defendió.
Los enemigos de Israel, se unieron con el fin de atacarlo. Para disipar la duda, Dios ordenó a Gedeón que fuera al campamento de innumerables enemigos. Cuando llegó, oyó a un hombre que le contaba a otro un sueño que había tenido, llegaron a la conclusión que era “la espada de Gedeón”, porque “Dios ha entregado en sus manos a los madianitas”. Esa interpretación aumentó su confianza, y volvió al campo. Aunque tenía 32.000 hombres, el ejército de los enemigos era mayor.
Como los israelitas estaban en apostasía, el ángel de Jehová le dijo que ese ejército era demasiado. Debía decirle a todo el que tuviera temor, o algún problema que volviera a su casa. Gedeón siguió las instrucciones celestiales, se fueron veintidós mil y quedaron diez mil. Nuevamente Dios le dijo, que eran muchos. Siguió sus instrucciones y los llevó a un arroyo, donde fueron elegidos sólo trescientos, que tomaron un poco de agua, con la mano mientras caminaban. Los otros volvieron a sus hogares.
Esos 300 hombres eran suficientes. Por inspiración celestial, los dividió en tres grupos. A cada uno le dio una trompeta y “cántaros vacíos con tea ardiendo dentro de los cántaro”, llegaron de diferentes partes. La lucha comenzó a medianoche, los tres grupos siguieron a Gedeón: tocaban las trompetas, rompieron los cántaros y con las antorchas encendidas, caminaron contra los enemigos, lanzado este grito: “¡La espada de Jehová y de Gedeón!” Eso despertó a los enemigos: además de la luz de las antorchas, el sonido de las trompetas y el grito de los guerreros, creían que era un ejército abrumador, el miedo los dominó tanto, que con gritos de alarma huían, y hasta mataban a sus compañeros.
Así como Gedeón, el menor de su familia, bajo la dirección divina, con sólo trescientos hombres derrotó a un inmenso ejército de enemigos, nosotros si confiamos plenamente en Dios, sus palabras: “Paz a ti, no tengas temor” inundarán nuestras vidas, con una felicidad inexplicable. (Base: Jueces 6 y 7)
Devemos tener plena confianza en Dios el no librar de la peste destructora y la plaga no tocará nuestra morada es es tener fe . hebreos 11-1