Nuestro idioma, instrumento básico de trabajo

Libra mi alma, oh Jehová del labio mentiroso, y de la lengua fraudulenta. Salmo 120:2. 

            La capacidad de hablar y escribir, con facilidad y exactitud es un peldaño que puede conducir al éxito. En cambio una letra ilegible y una mala ortografía, pueden ser la causa de la pérdida de un buen trabajo. Según Arturo Uslar Pietri, el ilustre escritor venezolano, el que lee lo que escribimos deduce: “quiénes somos y hasta donde llega nuestra cultura”. Esto indica que algunos estudiantes escriben tan mal, que entender sus exámenes es casi una proeza. La mayoría cometen errores elementales. En parte se debe al descuido, que tienen los alumnos y a la deficiencia metodológica de la enseñanza del castellano. Aunque varios intelectuales se han pronunciado sobre estas deficiencias, parece que ha caído con oídos sordos, porque no toman los correctivos necesarios, para que el estudiante llegue a expresarse con fluidez, pues el conocimiento de nuestra lengua, más sus constantes ejercicios, robustecen la mente y nuestro ser.

            En los países, cuyo sistema fonológico es más complicado que el nuestro, son muy exigentes. Por ejemplo, en Estados Unidos un alumno para obtener un título universitario, debe aprobar gramática, composición y una materia que se traduce por “arte de hablar”, no importa que su especialidad sea física, matemática o natación. Ellos saben muy bien, que si no hay un dominio de la lengua: si no saben hablar, leer y escribir con propiedad, serán estudiantes mediocres y profesionales deficientes.

           En nuestro país al estudio del castellano, no se le da la importancia que merece. La prioridad la tienen las materias científicas. En las escuelas de bachillerato, el último año de ciencias, cada una de las materias científicas tiene de cuatro a seis horas semanales, en cambio el castellano cuenta sólo con dos horas. Se pretende tener científicos con un vocabulario escaso, mala redacción y pésima ortografía. Con esas deficiencias, es difícil que nuestros jóvenes se destaquen. Se insiste en la necesidad de revisar nuestro sistema educativo, el fin es enfatizar el estudio de la lengua, como instrumento de información y trabajo. Además de la literatura, es necesario dedicar horas a la lectura, ortografía, redacción y expresión oral. Hay bachilleres y universitarios que tienen dificultad para redactar, desde un sencillo informe, hasta una simple carta familiar.

             Leamos la siguiente cita: “El cultivo de la voz tiene que ver con la salud del estudiante. Debe enseñarse a los jóvenes a respirar debidamente, y a leer de tal manera que no impongan un recargo indebido a la garganta y los pulmones… El uso correcto de los músculos abdominales al leer y al hablar, será un remedio para muchas de las dificultades de la voz y del pecho y un medio de prolongar la vida” Elena de White. Sin duda que estos consejos fortalecen nuestra vida y profesión.

Articulo publicado en Volumen XIII. Guarda el enlace permanente.

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