¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. Santiago 5:13.
El comienzo de una pareja joven y recién casada fue difícil, especialmente porque estudiaron en el extranjero. Su primogénito hijo acababa de cumplir un mes y él había finalizado su postgrado. Sólo esperaban el pasaje para regresar a su país.
En California el invierno generalmente es suave, el frío de diciembre se hace sentir, especialmente cuando las provisiones y el dinero se agotan. Se aproximaba Navidad y ellos no sabían qué hacer. Él afligido oró y se durmió con la paz que sólo da el Altísimo. A las 10 de la mañana, del 24 de diciembre, alguien llamó a la puerta.
-¿Quién podría ser tan temprano? –preguntaron los esposos.
Él abrió la puerta. ¡Qué sorpresa! Allí estaban unos amigos con dos bolsas, que contenían las provisiones necesarias para esos días.
-¿Todo esto es para nosotros? –preguntó la esposa.
-¡Sí, sí! –respondió la amiga.
Los esposos se miraron maravillados.
-¿Cómo se enteraron ustedes de nuestras necesidades? –preguntó ella.
La amiga contestó: anoche tuve una corazonada. Una voz persistente parecía repetirme al oído, que ustedes necesitaban ayuda. Comenté lo que me pasaba con mi esposo y esta mañana temprano salimos a comprar las cosas que ustedes ven.
Ellos recuerdan esa Nochebuena: con una cena estupenda con pavo, torta, frutas, mosto de uvas y regalos, en la intimidad del hogar y al calor de una improvisada chimenea. ¡Qué prodigio! Entre risas, lágrimas, plegarias y cantos, ellos dieron gracias al Padre Eterno por su amor y cuidado. Durmieron con el corazón rebosante de alabanza, por las maravillosas promesas de Dios.