Después de una travesía de tres escalas, llegamos a otro espacio para sembrar la fe. El territorio sembrado en el primer folleto, necesitó ensancharse con otras ediciones sobre el mismo tema, pero con diferentes tópicos. Nos encontramos en el cuarto folleto, lugar promisorio para reencontrarnos con la palabra, que revela una vez más una manera de ser y de estar en concordancia con la divinidad. La autora nos llena de testimonios y reflexiones, que la vida de Jesús ha traído a su cotidianidad. El discurso no se agota, porque Zoila tiene una comunión diaria con el Creador, y envía mensajes a quien se acerque a estos sencillos párrafos, los cuales presentan una vida espiritual, como extensión de los diferentes roles que ha alimentado su vida como madre, esposa, amiga, docente y fiel lectora de las Sagradas Escrituras, de donde extrae el más certero apoyo a su visión de la religiosidad. En el aparte I (Espacios de fe), en sus primeros párrafos, se resume el propósito de éste y de los anteriores folletos:
“… nada es más placentero que contar y repetir episodios de nuestra vida, que ilustran las grandes cosas que Dios ha hecho por nosotros, de modo que ayudemos a mantener viva la fe…”
No hay otra razón que no sea la de hacer una obra misionera. Los otros méritos no merecen mayor importancia. Con este objetivo nos abre otra rendija para mirar las palabras como una senda para reafirmar la esperanza y trocarla en el gratuito y maravilloso don de la fe.
– Francisco Rojas