Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo. E. white
Señor, guárdame del pesimismo de los tristes, amargados y resentidos. Concédeme la sabiduría necesaria para no ser “piedra de tropiezo” en la vida de los recién convertidos y los débiles en la fe, sino fuente de bendiciones. Pon en mí la palabra oportuna en el momento preciso, de modo que como fiel testigo tuyo, pueda tender mi mano al necesitado y al caído. Enséñame a mirar con ternura a los que cargan con el terrible peso de una conciencia culpable, ya que no han podido experimentar el gozo del verdadero arrepentimiento. Permíteme mostrarles que por graves que sean sus faltas, Cristo siempre tiene sus brazos abiertos, dispuesto a perdonarnos y recibirnos. Ayúdame a comprender que por mi voluntad, jamás podré abandonar el pecado, sólo si me apoyo de tu potente brazo alcanzaré la victoria.
Señor, que de mis labios siempre brote un manantial de alabanza impregnado de gratitud, de modo que pueda participar del reposo que tú ofreces. No permitas que los errores del pasado y los problemas del presente me atormenten. Aumenta mi fe y úsame como instrumento tuyo, para reflejar tu amor en mi vida.
Líbrame del engreimiento y como al rey Salomón regálame un corazón humilde. Aparta de mi la envidia y el orgullo. Reconozco que éstas son las faltas, que más alejan al pecador de ti. Dame paciencia para oír a los demás, sin tergiversar el sentido de sus testimonios. Ilumina mi entendimiento, de modo que cuando tenga que hablar no siembre confusión, con interpretaciones erróneas de tu Palabra. Ayúdame a conocer tu voluntad y a dejar que el Espíritu Santo siempre me guíe.
Amado Jesús, llena mi vida para no dar crédito a la censura destructiva, ni a las murmuraciones venenosas. Tú diste una nueva dimensión a tu Divina Ley, abre mi entendimiento para mirar primero la viga que está en mis ojos, antes de intentar quitar la paja que está en el ajeno. Enséñame a seguir tu ejemplo y a contemplarte tanto en el Getsemaní como en el Calvario. Sólo así podré comprender, que el amor es la síntesis de tu Divina Ley. AMEN.