El reino del amor

Mujerfuerte, ¿quién la hallará? Su estima sobrepuja largamente a la de las piedras preciosas. Proverbios 31:10

Una de las porciones más hermosas de la Biblia sobre la mujer, se inicia en Proverbios 31:10 y continúa con expresiones como: “Abrió su boca con sabiduría… Se levantaron sus hijos y la llamaron bienaventurada y su marido también la alabó”. ¡Qué privilegio y responsabilidades ha dado Dios a las mujeres! Es la reina del amor. Su misión es construir algo agradable para sus seres amados. Si seguimos el ejemplo de Cristo, el arma más poderosa que se tiene es el amor. Es secundario el placer de disfrutar y compartir las cosas sencillas de la vida. Palabras ásperas, discusiones, envidia, celos y críticas siembran error y males, porque el amor inundará el ambiente de paz y felicidad.

        Si un matrimonio deja que los sentimientos ajenos al amor, se posesionen de ambos, el daño caerá sobre toda la familia. ¡Qué hermoso es cuando la pareja, agarrados de la mano, caminan por la ruta que Cristo trazó! Es triste reconocer que a veces, el ser humano es menos compasivo y tolerante con las personas, con quienes tiene vínculo familiar, que supuestamente debería tratar mejor y amar más. Los hijos absorben los rasgos del carácter de los padres. Cada acto de nuestra vida debe estar impregnado de bondad, para que se grabe en ellos. La forma más efectiva de enseñar a los hijos es el amor. Desde pequeños debemos estimularlos, en la adquisición de buenos hábitos: alimentos, comportamiento y estudio, para que las decisiones que tomen en sus vidas sean las mejores.

“Los padres deben considerarse en un sentido especial, como agentes de Dios para instruir a sus hijos” (White). Corregir a los pequeños es un deber, que debe hacerse con amor. No conviene hacerlo delante de extraños, ni imponer nuestra voluntad, sino enseñar a pensar para no estimular la rebeldía. La madre debe ser la instructora y amiga de sus hijos. Si les hablamos de la historia de Jesús, para que sienten la base de su personalidad, estaremos cumpliendo con nuestra misión. Así sucedió con Moisés, aunque su madre era esclava, sentó las bases del gran caudillo y legislador de Israel.

La etapa más importante en la formación del niño son sus primeros años, debemos aprovecharlos. ¡Qué hermoso es abrazarlos y dejar que vivan su niñez, sin complicaciones! Dios siempre nos proveerá el pan de cada día y eso basta. Si nos acostumbramos a disfrutar de las cosas sencillas de la vida, y utilizamos el lenguaje más dulce, para enseñar los principios morales básicos como son: respeto, honestidad, amor a Dios y al prójimo, estaremos sembrando una semilla cuya luz puede brillar por la eternidad.

Si lo más importante es el amor, nuestro hogar se convertirá en un pedazo de cielo en la tierra, un refugio para toda la familia, y una bendición para los amigos, vecinos y hasta el medio social donde nos desenvolvamos.      –Zoila Paternina R.

Articulo publicado en Volumen III. Guarda el enlace permanente.

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