Egipto

Después Israel entró en Egipto, y Jacob vivió en tierra de Cam. Salmo 105:23.

          Egipto está al noroeste de África. En la antiguedad se llamaba “tierra negra”, por el contraste entre el suelo oscuro del valle del Río Nilo y el desierto. No tenían muchas plantas, pero en sus pantanos crecía el papiro, que dio origen al papel. La edad de las pirámides comenzó con la tercera dinastía. El rey Khufu levantó la Gran Pirámide de Gizach, es el mayor monumento de piedra que se ha construido. El reino antiguo alcanzó un alto nivel cultural y una eficiente ciencia médica, especialmente en cirugía. Los egipcios se consideran descendientes de Cam, hijo de Noé, no eran una raza pura debido a las invasiones de nubios, hicsos, griegos y otros. La ciudad estaba fortificada y los palacios y templos bien construidos. A fines del siglo XVII antes de Cristo, los conquistaron los hicsos. Durante ese período, José ejerció el cargo de gobernador.

         Los reyes o Faraones del Antiguo Imperio, se consideraban representantes de Osiris “Hijo de Ra”, dios del Sol. Tenían muchos dioses, unos en forma humana con cabeza de  animal, tal es el caso del buey Apis. Como creían en la inmortalidad del alma y le rendían culto a los muertos, cuidaban la forma de enterrarlos. Cuando un Faraón moría lo embalsamaban, creían que mientras se conservara su cadáver intacto no moría, después lo sepultaban en pirámides, llamadas “casas de la eternidad”. Algunos Faraones construyeron sus propias tumbas, y se convirtieron en las famosas pirámides. En algunos casos ofrecían sacrificios de humanos. Cuán importante es entender que se consideraban descendiente de Cam, hijo de Noé, pero abandonaron la luz celestial, se dejaron engañar por el dios del mal y siguieron sus caminos. Eso siempre ha existido. Reyes y dictadores, pensando en sus intereses, tergiversan la verdad y crean sus propios dioses.

          El demótico fue la lengua nativa hasta el siglo primero de Cristo. Siguió el copto. Hoy es una lengua ritual que fue sustituida por el árabe, después de la conquista islámica. Su escritura era cuneiforme y también jeroglífica. El conocimiento de su historia, se debe al arqueólogo francés Juan Francisco Champollion (1790-1832), el 1815 logró descifrar la «Piedra Roseta». Ese esfuerzo revivió el pasado de esa antigua civilización. Está escrita en tres idiomas: griego, egipcio y demótico (también egipcio). Esos jeroglíficos por ser decorativos y evocadores, demoraron tiempo en serían descifrados.

         Los lugares principales son: 1) El Nilo, uno de los ríos más largos del mundo. Tiene seis cataratas que sirvieron de barreras contra las invasiones. Cerca de la primera catarata obtenían granito rojo y gris que emplearon en los obeliscos, estelas, columnas y estatuas. Casi no llovía y su agricultura dependía del Nilo. 2) El Desierto Oriental, llamado Arábigo y los Lagos Amargos que separan el desierto de la Península del Sinaí. 3) El Desierto de Libia tiene 520 metros de altura, con oasis y depresiones hasta de 137 metros bajo el nivel del mar. 4) La Península del Sinaí, en sus oasis hay habitantes.

          José fue vendido por sus hermanos, en Egipto lo compró el jefe de la guardia real. Por una acusación falsa terminó en la cárcel, tres años más tarde, Faraón tuvo dos sueños. José fue llevado al palacio y además de interpretar los sueños, dio recomendaciones tan sabias, que Faraón lo consideró apto, para ocupar un alto puesto. Dios premió su fidelidad: de la cárcel pasó al palacio, de prisionero a gobernador de Egipto. José pudo ayudar a su familia, porque faltaban cinco años de hambre. ¡Qué alegría, cuando después de 20 años vio a su padre! José murió a la edad de 110 años.

          La educación que Moisés recibió durante sus primeros 40 años, lo capacitó para ser Faraón del imperio más poderoso que había sobre la tierra. Como quería ayudar a su pueblo, surgieron los tropiezos que cambiaron el rumbo de su vida. Bajo los designios de Dios: se enfrentó a Faraón, unió las 12 tribus de Israel, puso fin a los años de esclavitud, sentó las bases de la nación donde nació el Redentor, fue receptor del decálogo divino y otras leyes, que son la base de las culturas y ordenanzas del mundo, y llevó a Israel a la frontera de Canaán. Tal vez Amenhotep II (1450-1425 a. C.,) hijo de Tutmosis III fue el Faraón del Éxodo, era deportista sobresaliente, pero despiadado y cruel.

           José y Moisés como eran fieles a Dios tuvieron prosperidad. Pero la mayoría de los israelitas además de ser esclavos, se volvieron ignorantes y supersticiosos. Igual pasará con todos los que se separen del Padre Celestial.

Articulo publicado en Volumen IX. Guarda el enlace permanente.

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