Discípulos de Cristo: Pedro y Andrés

Jesús llamó a sus doce discípulos, y les dio el poder.  Mateo 10:1. 

          Casi todos los discípulos de Jesús eran humildes y con poca instrucción, sus trabajos eran rudos y sus caracteres diferentes. Sus nombres son: Simón llamado Pedro y su hermano Andrés, Juan y Santiago su hermano, Felipe, Bartolomé llamado Natanael, Tomás, Mateo, Tadeo o Judas y su hermano Jacobo hijo de Alfeo, Simón el cananeo y Judas Iscariote. Todos eran descendientes del linaje judío.

         Andrés junto con su amigo Juan eran discípulos de Juan el Bautista. Cuando Jesús llegó al Jordán para ser bautizado, Juan el Bautista extendió su mano y dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” Juan 1:29. Esas palabras impresionaron tanto a esos dos jóvenes, que asombrados pasaron a ser los primeros discípulos de Jesús. Andrés fue el primero que lo siguió. Con gran alegría fue a buscar a su hermano Simón Pedro. Es un ejemplo que debemos seguir, todos los que aceptemos el evangelio. Andrés siguió cumpliendo con la misión que Cristo le había dado. Sobre los últimos años de su vida hay pocas noticias. Según algunos investigadores, fue crucificado en Petrea, en una cruz en forma de X, que se conoce como la “Cruz de San Andrés”.

         Cuando Andrés encontró a su hermano Simón Pedro, le dijo: “Hemos hallado al Mesías”. Aunque Pedro era impulsivo y arrogante lo siguió. Después, Jesús fue a su casa y como su suegra estaba enferma, la sanó. Pedro tenía talentos y defectos. Su confianza lo indujo a creer que nada podía separarlo de Cristo. Aunque nunca tuvo la intención de negar a Jesús, lo hizo tres veces, poco antes de ser crucificado. Lo negó en un momento de miedo. Después, se dio cuenta de su error y “lloró amargamente”. Su arrepentimiento fue sincero, y pasó a ser un testimonio del poder transformador de Cristo.

         Pedro fue el primero en derribar las barreras, que separaban a los judíos de los gentiles. Un día subió a la azotea de su casa para orar, tenía hambre y tuvo la visión registrada en Hechos 10, según la cual, del cielo bajó un lienzo con toda clase de animales cuadrúpedos, reptiles y aves. Le fue mostrado lo mismo tres veces, como los rechazaba, una voz le dijo que no llamara inmundo lo que Dios había limpiado. En ese momento llegaron buscándolo tres hombres, enviados por un centurión romano de Cesarea. El día siguiente fue con ellos. En la casa del centurión, lo estaban esperando una gran compañía. Pedro comenzó hablando sobre lo abominable, que consideraban los judíos acercarse a los extranjeros. Pero Dios le mostró, que no hace acepción de persona, su amor y bendición son para todos los que lo acepten y sigan sus caminos. Desde ese momento, el mensaje de salvación comenzó a extenderse en todo el mundo. Este discípulo escribió “La Primera y La Segunda Carta del Apóstol Pedro”, antes de morir crucificado en Roma, tal vez el año 64, durante la persecución de Nerón, después del gran incendio de esa ciudad. Orígenes uno de los escritores y teólogos (siglos II y III), dijo que Pedro no se consideraba digno de morir igual que Cristo, y pidió ser crucificado con la cabeza hacia abajo. Este apóstol y mártir llegó a ser una de las personas de mayor trascendencia, en los albores del cristianismo.

Articulo publicado en Volumen VII. Guarda el enlace permanente.

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