Balaam y su asna

El ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotando tu asna estas tres veces? Números 22:32. 

           Los Israelitas después de su salida de Egipto y al final de su peregrinaje por el desierto, acamparon cerca de Moab. Su Rey, en dos ocasiones, envió mensajeros a Mosepotamia, donde vivía el profeta Balaam con costosos regalos para seducirlo, de modo que fuera y maldijera a los Israelitas. Sabía que si no se apartaban de Dios no podía hacerlo, Balaam pidió a los mensajeros que se quedaran esa noche, para consultar al Padre Celestial y le aconsejó: “No vayas con ellos”. La segunda vez que fueron, también les pidió que se quedaran. El ángel le dijo: “levántate y vete con ellos; pero harás lo que yo te diga”. En la mañana salió, Balaam había sido un profeta de Dios, pero las riquezas lo convirtieron en avaro y traidor. Después, “el ángel de Jehová se puso en el camino”. Su asna lo vio, se apartó y siguió por el campo. Balaam la golpeaba fuertemente para que volviera al mismo lugar. Entre dos murallas de piedra, apareció el ángel, su asna lo vio en la mitad y con el fin de apartarse: “se pegó a la pared y apretó el pie” de su amo. Ignorando y rabioso le pegó sin piedad, para que volviera al mismo camino.

           De nuevo el Ángel apareció en una vía angosta, no podía apartarse de un lado a otro, la asna temblando cayó al suelo. La furia de Balaam no tuvo límites, y con su vara la golpeó cruelmente. En ese momento, Dios abrió la boca del animal y con voz humana le dijo: “¿Qué te he hecho, me has herido tres veces”. Sin considerar por qué un animal hablaba, muy airado le contestó a su asna: si  “tuviera una espada, ahora te mataría”. El fin de todo ese viaje era agradar al Rey de Moab, para obtener honores y riquezas.

            El Profeta Balaam se aterrorizó cuando de pronto vio al ángel de Jehová, quien le dijo: “¿Por qué has herido a tu asna tres veces? He aquí yo he salido para contrarrestarte, porque tu camino es perverso… el asna me ha visto, si no se hubiera apartado, tú morirías ahora y ella viviría”. Debía su vida al animal, al cual trató con violencia. Decía que era profeta de Dios, pero la codicia y la ambición lo habían cegado tanto, que estaba en peor condición que su asna. Muchos actúan como ciegos, porque al seguir sendas erradas, quebrantan la divina ley y se oponen a Dios. Balaam como falso profeta de Dios, dio consejos perversos al Rey de Moab, para que los israelitas se alejaran del Padre Celestial. Cosechó lo que sembró: su vida fue corta y murió con los enemigos. No recibió ningún beneficio en esta tierra, y además perdió su entrada a la patria celestial. (Base: Números 22-24)

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