Vete de tu tierra y de tu parentela, a la tierra que yo te mostraré. Génesis 12:1.
Según 1ª Crónicas 1:1-27, desde Adán hasta Abraham hubo veinte generaciones, era “varón justo”, descendiente de Sem, el primogénito de Noé, vivía en Ur de los Caldeos, una de las ciudades más importantes de ese tiempo. Dios para separarlo de esa idolatría, que existía en esa ciudad le dijo: “Vete de tu tierra y de tu parentela a una tierra que yo te mostraré”. Le prometió hacer de él una nación grande: “Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar… Así será tu descendencia” Génesis 15:5. Dos mil años a.C., Abraham de 70 años con su esposa Sara, familiares y siervos, se separaron definitivamente de su patria: “Por la fe Abraham… salió sin saber a dónde iba” Hebreos 11:8. Aceptó el llamado de Dios, y fue un pastor errante durante toda su vida.
Sara era estéril, siguió la costumbre de esa época y pidió a su esposo, que tomara a su sierva Agar, la segunda esposa, tan pronto ella supo que había concebido, se llenó de orgullo y menospreció a Sara, su ama. Abraham tenía 86 años cuando Ismael nació. Catorce años después, Sara tuvo a Isaac. Las ambiciones de Agar y de su hijo fomentaron tanto odio contra el niño Isaac, el hijo de la promesa, que se perpetuaba en el tiempo. Constantemente oímos noticias sobre el odio, que hay de musulmanes contra judíos. Isaac fue el padre de Jacob, una noche mientras angustiado oraba, un ángel apareció y le cambió su nombre por Israel. Los árabes se consideran descendientes de Ismael. Abraham era el padre de ambos. La influencia que cada madre ejerció sobre su hijo, marcaron sus diferentes destinos: Cristo nació del linaje de Isaac. Según los historiadores árabes, Mahoma fue descendiente de Ismael. Abraham murió con 175 años, continúa siendo venerado por musulmanes, judíos y cristianos.
Su nombre era Abram, después Dios se lo cambió por Abraham con el significado de padre de multitudes. Hay momentos tan significativos en los humanos, las decisiones que tomaran marcas de su futuro. Abraham dio su primer paso cuando obedeció, salió sin saber nada del lugar al cual iría. Eso demuestra que los deseos de ese patriarca, se centraban en agradar al Padre Celestial. Durante toda su vida, dejó un testimonio tan inmenso, que se le conoce como “el padre de la fe”.
Un día, frente a un altar le apareció Jehová y le prometió, que la tierra de Canaán sería para sus descendientes. Varias veces se cambió de un lugar a otro, por la conveniencia del agua y los pastos. Dios le apareció muchas veces y le decía, que su generación sería tan numerosa como las estrellas; además predijo que después de la opresión que sufrirían sus descendientes en Egipto, volverían a la tierra prometida.
Abraham fue un patriarca y príncipe oriental muy notable. Aunque tenía grandes propiedades y era respetado por sus vecinos, siguió el plan divino y salió de su tierra, sin saber a dónde iba: siempre fue un extranjero y peregrino. Su fe era tanta que obedecía sin vacilar, y “fue llamado amigo de Dios” Santiago 2:23. Se regocijaba tanto de las promesas celestiales, pues de su descendencia nació el Salvador.