Velad y orad para que no entréis en tentación. Marcos 14:38.
El profeta Samuel y último juez de Israel, ungió a Saúl su primer rey. Después de 40 años de reinado, debía ir a la guerra contra los filisteos. Como se había separado de Dios, pidió a sus criados que buscaran “una mujer que tuviera espíritu de adivinación”. Disfrazado y de noche fue a la casa de la pitonisa y pidió ver a Samuel. Ella comenzó diciendo: “he visto dioses que suben de la tierra… Un anciano viene, cubierto de un manto”. El que se presentó no fue Samuel, porque había muerto hacía varios años. Ese acto selló su perdición. Según 1ª de Crónicas 10:13, Saúl “consultó a una adivina, y no consultó a Jehová”. Por ese delito perdió la protección celestial y murió junto con sus hijos. Los ángeles celestiales tienen más poder que los del mal, pero si se rechaza la protección de Dios, el enemigo lleva a cabo su plan de destrucción.
Desde que el hombre pecó, el culto a los muertos ha existido y se ha extendido hasta nuestros días. Muchos creen que sus amigos muertos son seres que se comunican con ellos. Para otros sus mensajes son más importantes que la Palabra de Dios. El contacto con el espiritismo, brujería, magia y la lectura de cartas astrales alejan del Padre Eterno. Hay textos bíblicos sobre la condición de los muertos: “Los que viven saben que han de morir, más los muertos nada saben” Eclesiastés 9:5, significa que no puede haber comunicación con los muertos, porque no están gozando en el cielo ni quemándose en el infierno. Están dormidos, descansando. Cuando Cristo venga despertarán de su sueño, como si sólo hubiesen dormido un momento. La inmortalidad del alma, es una de las falsas doctrinas del paganismo, incorporada al cristianismo
En Hechos 8, se narra la experiencia de Felipe, uno de los primeros 7 ancianos. Cuando comenzó a predicar el evangelio en Samaria, muchos eran sanados y la ciudad estaba feliz. Había “un hombre llamado Simón, que antes ejercía la magia”. Entre las personas que Felipe bautizó estaba él. Como la noticia del éxito llegó a Jerusalén, Pedro y Juan fueron a orar para que los que habían sido bautizados recibieran el Espíritu Santo. Cuando Simón vio eso, “les ofreció dinero, diciendo: Dadme también a mí este poder, para que a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo. Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo… No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete”, en tu corazón había maldad. Ese Simón respondió: “Rogad vosotros por mí al Señor”.
Es interesante la vida de Buda (563-483 a. C.) llamado Sidharta o “Iluminado”, un importante personaje de la India que dio origen al budismo. Era hijo de un príncipe. A los 29 años abandonó todas sus riquezas y se dedicó a recorrer el mundo como monje. Los principales votos del budismo son “no matar ningún ser vivo”, no robar, no mentir, etc. Son pacíficos y la preservación de la vida animal es un principio de su religión. Según sus creencias, después de la muerte el alma pasa de un cuerpo a otro, pueden ser criaturas superiores o inferiores. Esta es la razón por la cual ellos no matan a ningún animal, ni comen su carne, porque nadie quiere matar ni comerse a un familiar o amigo.
Estas experiencias muestran la confusión que el enemigo forma en todas las creencias, para que no se basen en La Palabra de Dios.