¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Mateo 14:31.
Un extraordinario mensaje de fe, está sintetizado en Mateo 14: 22-33. Después de uno de los grandes milagros que Jesús realizó, como fue multiplicar cinco panes y dos peces para alimentar a “cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños”, mandó a sus discípulos, para que mientras él despidiera a la multitud, ellos en su canoa atravesaran el mar y lo esperaran en la orilla opuesta. Según el diccionario bíblico, ese mar es un lago, donde desemboca el río Jordán.
Además de cansado por su parte humana, Jesús tenía una comunión permanente con su Padre Celestial, así que subió a un monte cercano para orar. Era de noche, estaba solo y la canoa ya había llegado a la mitad del mar. Entonces surgió una violenta tempestad. Hubo un contraste repentino, entre las maravillas del día anterior y lo que estaba pasando en ese momento. Como sus discípulos trabajaron tanto, para evitar que el barco se hundiera, estaban muy cansados. A eso se suma la oscuridad que reinaba, se sentían perdidos y deseaban la presencia de Jesús. En ese momento una luz brilló y ellos lo vieron caminando sobre el mar. Olvidaron sus milagros. La confusión y el miedo, los llevó a pensar que era un fantasma, aterrorizados gritaban. En ese momento oyeron la voz de Jesús: “¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!” A pesar de ese prodigio continuaban confundidos. Entonces Pedro exclamó: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él le dijo: Ven”. En seguida, Pedro salió del barco y comenzó a caminar igual que Jesús. Pero el orgullo lo llevó a mirar hacia atrás, donde estaban sus compañeros. Apartó su vista del Salvador y tuvo miedo; el viento continuaba tan fuerte y comenzó a hundirse. De nuevo volvió su mirada a Jesús y exclamó: “¡Señor, sálvame!” Inmediatamente, Jesús lo tomó de la mano y le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.”
Del libro: “Una moneda de Oro”, del Dr. Rafael Escandón, tomé la síntesis de dos personas que confiaron plenamente en el poder de Dios, en la época de mayor violencia que tuvo Colombia. Luis era cristiano, tenía una finca y le gustaba predicar sobre las maravillas del amor de Dios. Muchas veces lo hacía en su casa: un día estaba reunido con varios creyentes, cuando un populacho fuertemente armado los rodeó. Tan pronto sus amigos vieron que esos hombres se acercaban, huyeron. Luis se quedó solo, en la parte que correspondía al púlpito. Los asesinos entraron, lo buscaron por todas partes, pero no lo encontraron y se fueron muy contrariados. En el corazón de Luis, que sí los vio, creció la fe y toda duda se disipó, tenía la seguridad que un ángel lo protegió.
El siguiente caso es el de un joven, que vivía en otra ciudad. Como era un fiel cristiano, fanáticos y emisarios lo perseguían. Un día, tan pronto lo encontraron sacaron sus armas y lo tirotearon. Aunque las balas agujerearon su sombrero, su ruana, su camisa y hasta sus pantalones, ninguna tocó su cuerpo. Esos asesinos se asombraron tanto, que años más tarde algunos aceptaron el evangelio de Jesucristo.
Dificultades podemos tener si dejamos de tener nuestros ojos fijos en Jesús. Estos dos jóvenes tuvieron la protección divina porque confiaron plenamente en el Salvador. Su mensaje de amor es: “No temas porque yo te redimí” Isaías 43:1.