El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de suceder en el futuro. Daniel 2:45
El segundo año de su reinado, Nabucodonosor tuvo un sueño que lo entristeció. En la mañana, pidió que llevaran a su presencia a los “magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen sus sueños”. Ellos eran sabios y consejeros del gobierno. El problema era que el Rey no recordaba el sueño y quería oírlo con su interpretación. Los magos le dijeron que lo que él pedía y quería no lo podían hacer ellos. De nuevo, le dijeron que lo que él exigía para ellos era imposible. Por ese argumento, Nabucodonosor se enojó tanto, hasta pensó que pretendían engañarlo. Si no podían hacer lo que él le pedía, el contacto que tenían con sus dioses era falso. Se enfureció y ordenó que los mataran. Daniel y sus tres amigos, no habían sido invitados y también debían morir. El encargado lo informó, y Daniel le pidió que le permitiera ver al Rey.
Daniel fue al Rey y le prometió que si le daba tiempo, estaría en condiciones de resolver su problema. Nabucodonosor, además de impresionado por el valor del joven, y como su sueño lo tenía intrigado, accedió a su petición. Según los investigadores, si los tres años de estudios habían pasado, probablemente Daniel tenía 20 años.
Daniel salió del palacio, se reunió con sus tres amigos y se dedicaron a orar. Esa noche, Dios le mostró el sueño del Rey y su significado. En la mañana, antes de ir al Rey, oraron y dieron gracias a Dios; le pidió al encargado que no matara a los sabios. Fue ante el Rey y dio una introducción significativa, le dijo: “Tú, oh rey, has tenido una visión: una enorme estatua de extraordinario brillo… se levantaba sobre ti. La cabeza era de oro puro. Su pecho y sus brazos de plata. Su vientre y muslos, de bronce. Sus piernas de hierro; y sus pies, en parte hierro y en parte arcilla. Mientras tú mirabas, una piedra fue cortada, sin intervención de ninguna mano, hirió a la estatua en sus pies… y los desmenuzó… La piedra que hirió a la estatua, llegó a ser un gran monte, que llenó toda la tierra”
La interpretación que Daniel le dio al Rey fue esto: “Tú eres esa cabeza de oro, después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo, y un tercer reino de bronce que dominará toda la tierra. El cuarto reino será fuerte como el hierro… Los pies y los dedos que viste en parte de arcilla y en parte de hierro, el reino se dividirá…será en parte fuerte y en parte frágil… no se unirán el uno con el otro, así como el hierro no se mezcla con la arcilla. En los días de esos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que jamás será destruido… y permanecerá para siempre”. Nabucodonosor muy asombrado, alabó a Dios y engrandeció a Daniel, lo nombró gobernador de Babilonia y jefe de los sabios.
Históricamente los reinos son estos: La cabeza de oro, corresponde a Babilonia, (626-539 antes de Cristo). El Pecho de plata a Medo-Persia (539–331 a. C). Los Muslos de bronce a Grecia (331-168 a. C). Las Piernas de hierro a Roma (168 antes de Cristo – 476 después de Cristo). Los pies de hierro y barro corresponden a Europa, con división de reinos, después de la caída del Imperio Romano. (Base: Daniel 1 y 2).
El libro de Daniel en sus doce capítulos, describe la caída de todos los imperios del mundo y el establecimiento del reino eterno de Dios. Estas profecías resumen la historia de la humanidad, le fue revelada para que su luz brille en nosotros.