¡Ay, ay de los habitantes de la tierra. Apocalipsis 8:13
Los inexplicables ataques a las torres gemelas de Nueva York el 11-9-2001, así como las bombas que sacudieron el transporte subterráneo de Londres, además de otros atentados, nos inducen a preguntarnos ¿qué papel juegan los musulmanes en eso? Si bien es cierto que dentro del Islam hay varias tendencias, consideramos conveniente hacer una síntesis general de su historia y de sus creencias, para entender cuál ha sido y es, durante sus trece siglos de existencia, su participación en la escena mundial.
El Islam es la religión fundada por Mahoma. Era un mercader de la Meca, ciudad de Arabia, el año 622 comenzó a tener visiones y a ganar prosélitos. Convenció a sus seguidores que Alá es el único Dios, tuvo profetas como Noé, Abrahán y Jesús. En toda comunidad islámica, varias veces al día, comenzando desde el amanecer, se oye el eco que sale de cada mezquita, con las mismas palabras del llamado a la oración, tal como fue impuesto entonces: “No hay otro Dios fuera de Alá y Mahoma es su profeta”.
Mahoma estableció reglas, después de su muerte, fueron recopiladas en el Corán. Este libro contiene las profecías sobre el tiempo del fin. Dice que el último día, Alá resucitará a todos los muertos y los llevará a juicio. Los impíos arderán eternamente en el infierno. Los justos serán llevados al cielo, a participar de “suntuosos banquetes junto a vírgenes con ojos de gacela”. Aunque los musulmanes se definen como pacíficos, hay aspectos que merecen consideración, como es favorecer la “guerra santa”, su fin es imponer sus creencias. Alá “ha prometido a todos una buena recompensa; pero mucho más rica será la recompensa de los… que combaten por su causa”. En sus comienzos, había paz, los judíos y cristianos que sobrevivían podían continuar con su religión, pero les estaba prohibido, ganar seguidores. Esto paralizó el cristianismo en sus países. Según el Corán todo musulmán que se convierta al cristianismo, debe morir.
Uno de los méritos de Mahoma fue unificar a las tribus árabes, que vivían en constantes luchas. Los atraía la “guerra santa” y las riquezas que obtenían del botín. En nombre de “Alá y de Mahoma su profeta”, sus sucesores emprendieron planes agresivos para su expansión: dominaron a Irán, Siria, Mesopotamia, Irak, Egipto, parte de la India, el norte de África y el sur de España. El 732 llegaron a Francia, fueron detenidos por un general cristiano, en la batalla de Tours. Después del primer día de lucha contra los franceses, durante la noche los invasores huyeron, atravesaron los Pirineos y se atrincheraron en la Península Ibérica, donde permanecieron ocho siglos. Dios intervino para que las profecías de Daniel y Apocalipsis tuviesen su cumplimiento.
Desde la llegada de los árabes a España, los reinos del norte, con Castilla iniciaron la reconquista de su territorio. Esa lucha se prolongó hasta el 1492, el año del Descubrimiento de América, cuando fueron expulsados los musulmanes. Nuestra lengua es el castellano, en homenaje al reino de Castilla.