Se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, harán grandes señales y prodigios, para engañar, aún a los elegidos. Mateo 24:24.
La misión de Jesús estaba finalizando, cuando se reunió con sus discípulos en el monte de los Olivos. A una pregunta que le hicieron sobre el fin del tiempo, respondió: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre diciendo: Yo soy el Cristo y a muchos engañarán… si alguien os dijera: Aquí está el Cristo, o allí, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, harán grandes señales y prodigios, para engañar, aún a los elegidos” Mateo 24:4-24. Esta amonestación ha existido en todas las edades, y continúa hasta el tiempo del fin.
A veces las enseñanzas de Cristo son tergiversadas, con interpretaciones erróneas. Los paganos eran inducidos a creer, que los sacrificios humanos eran necesarios, para asegurar el plan de salvación; por esa idolatría realizaban crueldades. Cuando llegaron los conquistadores, los aztecas eran muy religiosos, la adoración de sus dioses formaba parte de sus vidas. Casi siempre estaban en guerra, no con el fin de buscar riquezas, sino alimento para sus dioses, consistía en seres humanos que debían sacrificar. Para ellos esa muerte representaba el verdadero nacimiento, creían que “no se morían, sino que se convertían en espíritu de dioses”. Esas creencias continúan en algunas culturas.
Veamos tres ejemplos de la historia universal: Alejandro Magno era joven, cuando ocupó el trono y dio nacimiento al Imperio Griego. Era considerado uno de los genios militares. Como lo consideraban hijo del dios Zeus, sus súbditos debían rendirle culto y adorarlo. En el Imperio Romano sus reyes se consideraban dios y cometían crueldades. El desquiciado Calígula, hasta hizo matar a familiares. Y el infame Nerón asesinó entre otros a su madre y su esposa. Ambos debían ser adorados como dios.
Un amigo me dijo: “la ignorancia bíblica hace que muchos religiosos pisen terrenos prohibidos”. Lo que me impactó, fue cuando leí un reportaje en el diario: El Nacional, titulado: “La Santería mueve los mercados” del 21-01-08, afirmaba que el 70% de los animales vivos comprados en los mercados, lo usan santeros o babalaos en el sacrificio que hacen. Los babalaos son afro-cubanos, siempre están vestidos de blanco. Eso actualiza los tiempos antiguos. En la pieza: “Profundo” del dramaturgo José Ignacio Cabrujas, aparece esa relación llamada sincretismo. Es un texto teatral que asocia a la Venezuela pasada con la actual. Debe haber una separación de los ritos paganos. En 1ª. Corintios 10:20 leamos: “Yo no quiero que vosotros participes con los demonios”.
Densas tinieblas cubren a los que pervierten y rechazan las verdades bíblicas. La tergiversación continua, está creciendo en muchos países. Debemos orar y leer la Biblia, para que la luz divina nos inunde, y no seamos engañados.