- Jesús dijo: Para juicio he venido a este mundo. Juan 9:39
Todas las personas no son tentadas de la misma manera, el fin siempre es sembrar desconfianza en Dios, para inducirlos a desobedecer y tergiversar la verdad. Las profecías abarcaban cada fase del ministerio terrenal de Jesús. Los dirigentes judíos cerraron tanto sus mentes a las verdades bíblicas, que se convirtieron en ciegos espirituales. Mientras multitudes seguían al Salvador, maravillados por sus milagros, los fariseos como se creían perfectos, hasta atribuían sus milagros al demonio.
Esta forma cerrada se ha extendido a través de los siglos. Durante el Imperio Romano es interesante la siguiente carta, que Plinio (67-115) dirigió a Trajano, el emperador, habla de los suplicios a que sometían a los cristianos para perdonarles la vida, veamos: “Todos han venerado tu imagen y las estatuas de los dioses y han maldecido a Cristo. Afirmaban que toda su culpa o error se había limitado a reunirse habitualmente en días fijos, antes de salir el sol para cantar juntos alternativamente un himno a Cristo como a un dios, y para comprometerse mediante juramento… a no cometer robos, actos de delito, adulterio… Esto me ha hecho necesario proceder a buscar la verdad mediante el tormento aplicado a dos sirvientas de las llamadas diaconisas… No he encontrado más que una superstición mala, desmesurada… he resuelto consultarte… sobre todo a causa del número de los que están en peligro”. Los rasgos narrados por Plinio eran de la iglesia primitiva. Este personaje histórico quería conocer la verdad, según el concepto del Emperador. Muchas veces, en diferentes reuniones, se escuchan opiniones erradas, de quienes buscan una verdad que se ajuste a su propia concepción.
Caín y Abel representan las dos clases de personas que han existido y existirán hasta el fin del tiempo: los que siguen la voluntad de Dios y los que creen que pueden salvarse por sus propios méritos. Imaginemos a esos hermanos, desde niños siempre juntos. El tiempo había pasado, eran adultos debían llevar sus ofrendas ante el altar de Dios. Caín creía tener la razón, llevó su ofrenda de acuerdo con su concepto, no según el mandato divino. Cuando se dio cuenta que la ofrenda de Abel era diferente y Dios lo apoyaba, muy enojado lo mató. La acción de Caín tuvo su origen en su mente, mucho antes. Dejó que la envidia y el orgullo se posesionaran de él. Ese convencimiento conduce a errores. Durante la Edad Media, la Inquisición ejecutó a muchos. Cada día nos llegan noticias de los frecuentes ataques de musulmanes, guerrilleros, terroristas y locos. Creen tener la razón, como los otros están los equivocados, deben morir.
Antes del diluvio “la maldad era mucha”, por medio de Noé, Dios envió mensajes durante los 120 años, que duró la construcción del inmenso barco, para que la gente aceptara la invitación y no muriera, al llamado respondían con burlas. Nunca había llovido y ellos tenían sus mentes tan entenebrecidas, que no oían la voz de Dios. De pronto, de diferentes partes fueron llegando toda clase de animales y entraron en el arca. Después lo hicieron las 8 personas que se salvaron. Sólo con la ayuda del Espíritu Santo, podemos escapar de la miopía y aceptar los planes del Salvador.