No matarás. Éxodo 20:13.

            El tema central del cuento “Los herejes”, del escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, es el fanatismo religioso en el mundo cristiano, ese tipo de violencia casi ha desaparecido. No obstante, es aplicable a otros problemas étnicos y religiosos en diferentes culturas. Los ejemplos nos llegan diariamente de Afganistán y Palestina, donde desde pequeños los niños aprender a odiar, de modo que matar a los que no profesan sus creencias son valores, profundamente arraigados.

Las acciones del cuento tienen lugar en los alrededores de un pueblo, de una sola calle, donde unos protestantes se habían establecido. Como la ignorancia es el mejor aliado del fanatismo, a una mujer que había asistido al culto protestante se le murió su hijo. Ella creía que Dios la castigó. A medida que baja la cuesta, muestra el niño muerto y repite de rancho en rancho la historia, que su fantasía había inventado.

La mujer sale de su rancho “con su indiecito menudo, cabezón, verdoso de muerte”. En el recorrido se le agrega parte del pueblo, que forman una muchedumbre consternada y asombrada. Todo comienza con amenazas verbales que después se tornan violentas. De las palabras pasan a los hechos. Marchan cada vez más rápido. “Las voces se alzan agudas y estallantes: ¡Mueran los herejes! ¡A quemar la casa del diablo! Divisan la casa donde los protestantes tienen su capilla”, estaba sola en la mitad del campo.

“De pronto sonó una detonación (…) algún muchacho de atrás, había lanzado una pesada piedra contra el techo de zinc. (…) Fue entonces cuando se abrió la puerta verde de la casa y salió una niña grande, alta, flaca (…) Vio como sin comprender, aquellos rostros, aquellos palos, aquellas miradas. Las mujeres, los hombres, los muchachos”. Así víctima del fanatismo muere esa inocente niña.

Generalmente las protestas tienen un comienzo pacífico. Cuando entran en calor sólo necesitan que alguien con un grito o un acto, como arrojar una piedra, tome la iniciativa para que se desborden las pasiones. Los manifestantes, ya sean estudiantes, revolucionarios, encapuchados o defensores del gobierno, piensan que proceden correctamente. Casi siempre esos grupos son doctrinados e incitados por un líder que con mente enferma o por cuestiones religiosas, políticas o étnicas sólo ve las cosas desde sus propios intereses. La historia ha dejado constancia de muchos ejemplos. En Alemania, los discursos de Hitler, cargados de un falso nacionalismo, obnubilaron y enceguecieron tanto, que los hombres de su gobierno exterminaron a 6 millones de judíos. Los del Talibán convencidos de estar haciendo lo que Alá esperaba de ellos, se prepararon por mucho tiempo para realizar su ataque destructivo a  la ciudad de Nueva York. Cuando el hombre se aleja de Dios, pierde el respeto y el fanatismo seguido del odio,  es el camino más fácil para transformarse en un ser cruel.