Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia. Proverbios 3:13
Estaba en el banco, frente a la taquilla dos ancianas discutían confundidas. Un señor que estaba al lado dijo: “¡Me aterra llegar a esa edad!” Me quedé pensando en el notable escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, pocos días antes de su fallecimiento, a los 94 años, concedió una entrevista a los reporteros del periódico “El Nacional”. Aún continúo sorprendida por la claridad y frescura de sus declaraciones, tan acordes con el momento actual. Me pregunto: ¿Por qué algunos conservan su lucidez hasta el final, mientras otros desde antes de los 50, ya tienen rasgos de ancianos?
La respuesta a esta incógnita, las encontramos en la luz que Dios le reveló a Elena de White: “La mente ocupada solamente con asuntos comunes se empequeñece y debilita. Si nunca se empeña en comprender verdades grandes y de vasto alcance, después de un tiempo pierde el poder de crecer”. El esfuerzo para utilizar su capacidad mental para ser útil, ha permitido el surgimiento de hombres de la altura de Uslar Pietri. Me lo imagino ya joven, adulto o anciano, manteniéndose dinámico: releyendo el pasado, actualizándose con el presente y siendo partícipe del acontecer nacional y mundial. Gracias al ejercicio mental y físico, conservó su mente disciplinada y activa hasta el último momento. Quizá ese es el secreto de la lucidez de muchos ancianos.
He sabido de personas que fueron a la escuela, por primera vez después de los 40 años, a pesar del esfuerzo, los progresos fueron casi nulos, entonces si no se utiliza la mente, sus células se atrofian y mueren.
En la década de los cincuenta, Colombia vivía una intensa situación de violencia, especialmente por la persecución política y religiosa. Yo estudiaba en el Colegio Adventista de Medellín. En esos días llegó un distinguido italiano, que había sido compañero de niñez del Papa Pío XII. Fue comisionado para abogar por la libertad de culto y la tolerancia religiosa. Había ido a Colombia con el fin de entrevistar al presidente Gustavo Rojas Pinillas. Nos contó sus experiencias con la ayuda de un traductor. Como planeaba regresar unos seis meses más tarde, para continuar las conversaciones iniciadas, nos prometió que cuando volviera se comunicaría con nosotros en castellano. Lo curioso es que ese señor de 70 años, pretendía aprender nuestro idioma en sólo 6 meses. Entendí su afirmación, cuando supe que hablaba 17 idiomas. Eso significa que sus células cerebrales estaban activas, no se habían deteriorado y continuaban creciendo. Hace poco vi un programa de la televisión europea, en el cual afirmaban que lo que se envejece es el cuerpo, no la mente si se utilice constantemente. El amor de Dios es tan grande, que dio instrucciones para que al honrarlo, nos inundemos de luz celestial.