Y fue la tarde y la mañana un día. Génesis1:5
El astrónomo y físico de Florencia, Galileo Galilei (1564–1642) por sus descubrimientos científicos, se convirtió en el fundador de la ciencia moderna. En su época reinaba la teoría de Aristóteles (384-322 a. C) y Tolomeo (siglo II d. C), según su teoría, la tierra estaba inmóvil y era el centro del universo, en torno a ella giraban el sol y los demás cuerpos celestes. A los 19 años, Galileo hizo su primer descubrimiento. Después era profesor universitario, cuando “inventó o reformó el telescopio”. Por las noches, contemplaba el cielo y descubrió 4 de los satélites de Júpiter, las fases de Venus, un anillo de Saturno y las manchas del Sol. Sus descubrimientos contradecían las teorías de Aristóteles y Tolomeo, consideradas en esa época, verdades.
En 1616 Galileo fue a Roma. Los inquisidores examinaron su último libro. Como decía “que el Sol era el centro del Universo” y no la tierra, condenaron esa proposición por falsa. Volvió a Florencia y siguió con sus investigaciones. El año 1632, publicó: Diálogos sobre los dos sistemas del Mundo. Como ese libro era leído con delirio, se creía protegido. Pero “la Inquisición lo llamó a Roma y no valieron excusas, protección, vejez, ni enfermedad. Galileo tuvo que comparecer… ante el terrible tribunal”. El 22-06-1633, lo sentenciaron: “Os habéis hecho sospechosos de herejía creyendo y manteniendo la doctrina falsa y contraria a las Sagradas Escrituras, que el Sol es el centro del mundo, que no se mueve de este a oeste, que la tierra se mueve y que no es el centro del Mundo”. Tuvo que retractarse de su descubrimiento. Los inquisidores lo consideraron contrarios a la Iglesia. Hacía poco fue condenado a muerte otro astrónomo, por un descubrimiento similar. Galileo con miedo, pronunció lo siguiente: “creeré siempre todo lo que la Iglesia Católica, sostiene, enseña y predica. Como este Santo Oficio ha recomendado que abandone la falsa opinión de que el Sol está en el centro e inmóvil… juro que nunca, en el futuro, diré ni escribiré nada de ellos.” Galileo tenía 72 años. Eso fue desmentido por él mismo, dio un golpe con su pie en la tierra y en voz baja exclamó: “aún se mueve”. Galileo regresó a su ciudad y estuvo en estricta vigilancia hasta su muerte. (1)
Parece absurdo que en esa época, más de un siglo después del descubrimiento de América, los dirigentes de la Iglesia Católica, como sólo los sacerdotes y jefes de su iglesia podían leer e interpretar la Biblia, no la entendían y continuaban imponiendo sus errores. En Génesis 1:5, el primer día de la creación termina así: “llamó Dios a la luz día y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y la mañana un día”. Esto confirma la rotación de la tierra sobre su eje, durante las 24 horas. Lo más placentero de cada día es contemplar los tintes del sol naciente y después su crepúsculo en el ocaso.
El punto por el cual condenaron a Galileo, está claro en Génesis 1:14: “Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años”. La expresión “lumbreras” indica que la luna está incluida. En la creación: los días, meses y años, comprueban que la tierra gira alrededor del sol, llega al mismo punto de salida cada año. El sol es uno de los millones de cuerpos del universo, ocupa el centro de nuestro sistema solar. Los planetas, además del nuestro siempre giran alrededor del sol. Esto demuestra que no hay contradicción entre la Biblia y los descubrimientos científicos. Su lectura con oración y fe nos ayudan a comprender los misterios del universo. (1) Enciclopedia Salvat. Tomo 7.