Elías, profeta de fe

 Elías subió al cielo en un torbellino. 2ª. Reyes 2:11.

        “Elías tisbita era de los moradores de Galaad” 1 Reyes 17:1, ese lugar estaba al oriente del río Jordán. Por la idolatría en la que habían caído los israelitas, en los días del rey Acab, el profeta Elías se presentó y le dijo, que como castigo de Dios habrá sequía y hambre. Como eso provocó la ira del Rey, y de su esposa Jezabel, Elías se tuvo que esconder y se fue para un arroyo, no pasó hambre porque Dios enviaba cuervos, que en la mañana y en la tarde, le llevaban la comida necesaria. Tan pronto el arroyo se secó, Dios lo envió a otro lugar, donde una viuda pobre, no era del pueblo de Dios, sólo tenía un poco de harina y aceite, por fe nada escaseó hasta que la sequía terminó.

        Acab fue el séptimo rey de Israel. Eso sucedió a su padre en el 918 antes de Cristo y reinó 22 años. Dejó una historia triste: remplazaba el culto a Dios por el de Baal, inclusive con sacrificios humanos. Además se casó con Jezabel, una idólatra y ambiciosa princesa, hija del rey de Tiro, que introdujo en Israel el culto: “a Astoret ídolo abominable” 2ª. Reyes 23:13. Según los investigadores, personificaba la más degradante idolatría. Como durante el reinado de Acab, el culto al verdadero Dios estaba prohibido, asesinaron a muchos profetas. Esos rasgos son comunes en dictadores, consideran como sus enemigos, a todo el que se oponga a sus ideas y gobierno.

            El tiempo de sequía estaba por finalizar, Acab se encontró con  Elías y le dijo “¿Eres tú el que turbas a Israel?” Su respuesta fue: “Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová y siguiendo a los baales”, además le pidió que se congregara “todo Israel en el monte Carmelo”. Al comienzo de esa reunión, “Elías a todo el pueblo dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él” 1 Reyes 18:17-21. Esto sintetiza el desafío que hizo Elías a los 450 profetas de Baal. Solicitó que llevaran dos bueyes, uno para que los profetas de Baal lo sacrificaran, a sus dioses y el otro para él. Les dijo: “Invocad el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el nombre de Jehová: y el que respondiere con fuego, ése sea el Dios. Y todo el pueblo respondió: Bien dicho”. Los profetas de Baal: “tomaron un buey lo pusieron en el altar que habían construido desde la mañana hasta el medio día” por su idolatría, además de gritar “se cortaban con cuchillo” y continuaban con sus errores. En la tarde, a la hora del sacrificó, Elías preparó el altar, pidió que echaran agua sobre el buey que sería sacrificado. Oró, descendió fuego del cielo y absorbió todo. Después de esa larga sequía llovió.

           Antes de ser trasladado al cielo, Elías dio instrucciones a la escuela de los profetas, cruzó el río Jordán y fue llevado vivo al cielo, en un carro de fuego, dejó su manto y su cargo al profeta Eliseo. Por su carácter y grandeza moral, es considerado uno de los profetas más eminentes. Diez siglos después de su entrada al cielo, Mateo 17:2-3, los discípulos: Pedro, Santiago y Juan, todavía no comprendían la vida de Jesús, fueron con él al Monte de la Transfiguración, donde “resplandeció el rostro de Jesús como el sol y… aparecieron Moisés y Elías hablando con él”. Llenos de temor y asombro, cayeron de bruces. Después, Jesús los tocó y les dijo: “levantaos no temáis”, cuando oyeron su voz, alzaron sus ojos y vieron que Jesús estaba igual y solo.

Articulo publicado en Volumen XII. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.