El don de lenguas

Llenos del Espíritu Santo,  comenzaron a hablar en otras lenguas. Hechos 2:4.

          En Hechos 2, leemos cómo Dios envió a sus discípulos el Espíritu Santo, para que proclamaran el evangelio en todo el mundo, hablando bien la lengua de diversas nacionalidades. Ese milagroso don, fue una evidencia del trabajo de los discípulos, y de los que siguen al Salvador, bajo la dirección celestial. Casi todos los comentarios concuerdan, que los discípulos en esa ocasión, hablaban las lenguas de judíos, que vivían en otras naciones, pero cada año iban a Jerusalén a celebrar el Pentecostés.

        Es significativo reconocer, que el Espíritu Santo ejerció una parte eminente, en el comienzo del cristianismo y continuará hasta el tiempo del fin. El don de lenguas no es necesario para la salvación de la persona, es una concesión de Dios, para que el mensaje de salvación llegue a todo el mundo. Los de la iglesia Pentecostal, dicen que al ser bautizados por el Espíritu Santo, hablan lenguas extrañas. Por eso en sus cultos todos hablan al mismo tiempo, con un vocerío, algazara, confusión y desorden, sin ningún beneficio, pues no siguen el plan de Dios.

             La Biblia nos informa que los apóstoles eran iletrados, pero milagrosamente fueron capacitados para hablar varias lenguas, el fin era que los iban a esa ceremonia en Jerusalén, los oyeran hablar sus respectivos idiomas. Era una señal divina, conforme a las promesas que Cristo había dado a los apóstoles, para que predicaran el mensaje. El Pentecostés era la segunda festividad, que anualmente celebraban los Israelitas, corresponde al segundo día de la fiesta de la pascua, la cual fue instituida la última noche que los israelitas estuvieron en Egipto. Por instrucción divina, cada familia sacrificó un cordero primogénito, símbolo de Cristo, “el cordero de Dios”. Después en Jerusalén, el santuario pasó a ser el punto central del templo, donde diariamente realizaban los mismos ritos y anualmente el Pentecostés.

            Hace poco leí la historia de un misionero noruego, que trabajaba en Nigeria, en una época de guerras y conflictos entre tribus. Un día, con su chofer encontraron muchos autos detenidos y soldados armados. Cuando se dieron cuenta, que el chofer era de la tribu opuesta, lo apuntaron con los fusiles y le ordenaron que saliera, lo llevaron a otro lugar donde lo matarían. El misionero oró en silencio y les habló por 15 minutos. Los soldados lo escucharon, después dijeron al chofer: “te vamos a dejar ir por lo bien que habla tu patrón”. Este es un verdadero ejemplo del don de lenguas, porque el misionero casi no se dio cuenta de lo que les dijo, además no hablaba la lengua de ellos.

Articulo publicado en Volumen XII. Guarda el enlace permanente.

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