No tendrás dioses ajenos delante de mí. Éxodo 20:3.
Antes de iniciar el estudio de la literatura griega en bachillerato, es conveniente tener una visión general de sus creencias y costumbres, de modo que la lectura no se haga tediosa, especialmente si tomamos en cuenta, la distancia temporal que hay, entre la Ilíada y nosotros, eso fue escrita unos diez siglos antes de Cristo, significa que al abordar su texto, tenemos en nuestras manos un libro de tres mil años de historia. No podemos enfocar sus creencias, desde la perspectiva del cristianismo. Como casi todos los pueblos del mundo, se habían apartado del verdadero Dios, cayeron en engaños y mentiras. Según sus creencias, tenían un mar de dioses y semidioses. Además creían que el Olimpo, un monte de Grecia, era la morada de sus dioses.
El tema de la Ilíada gira en torno a los 51 días, finales de la guerra de Troya. Entre las posibles causas que originaron el conflicto hay dos: uno real, económico que se deduce por el lugar que ocupaba Troya, la otra poética, envuelta en la leyenda. Como en la obra no hay ningún indicio, del problema económico sigue siendo un poema épico, empezamos por la leyenda, la cual no figura en la obra.
La causa de la guerra, según la Ilíada es la leyenda, no el motivo real. Esa guerra parecía no tener fin. Los griegos estaban cansados y querían retirarse del combate, hasta que Ulises, rey de Itaca, propuso el ardid del famoso «Caballo de Troya”. Entonces construyeron un inmenso caballo de madera, en su interior se escondieran sus mejores guerreros. Los demás siguiendo el plan concebido, se levantaron del sitio y en sus naves abandonaron las llanuras de Troya, en un corto viaje. Como los troyanos creían que estaban libres de sus enemigos, salieron de la ciudad y encontraron el regalo, que los griegos les habían dejado. Decidieron introducir el enorme caballo en la ciudad, para ofrecérselo a la diosa Minerva, en acción de gracia.
Casandra, adivina y hermana de Héctor, dijo: Los griegos son peligrosos hasta en sus regalos, no lo acepten. No le hicieron caso. Con alegría metieron el caballo en la ciudad. Después de los sacrificios a los dioses, por la supuesta victoria, se entregaron a la orgía. A media noche, cuando todos dormían por su borrachera, los que estaban en el caballo, salieron, abrieron las puertas de la ciudad, entró el resto del ejército que ya había regresado. Esa noche, los griegos mataron a los troyanos e incendiaron la ciudad.
Para los historiadores la verdadera causa de esa guerra, fue el factor económico. Troya era una región muy rica: centro comercial y militar, que ocupaba un lugar estratégico entre los mares Egeo y Negro. Tal vez, su riqueza despertó la codicia de los reinos vecinos, que en repetidas ocasiones los atacaron. Troya fue completamente destruida, unos diez o doce siglos antes de Cristo. En el transcurso de los años, se perdió todo rastro de esa ciudad. Todo cambió con el sueño de Enrique Shliemann (1822-1890). Era hijo de un pastor luterano y tenía ocho años, cuando su padre leía una traducción al alemán de la Ilíada, era considerada una fábula. Tenía cincuenta años, cuando con arqueólogos fue a Grecia. La única guía era La Ilíada, cada vez que descubrían una ciudad volvían al texto, para ver si coincidía con la descripción del poema. Encontraron nueve ciudades. Troya fue la séptima, y sus huellas coinciden con la descripción del poema. La constancia hizo que su sueño de niño, se convirtiera en realidad.