Padres e hijos

Exhortad también a los jóvenes a que sean sensatos. Tito 2:6 .

             Según Conducción del niño p. 29, el proceso educativo de nuestros hijos, comienza desde su nacimiento, sigue en su infancia, adolescencia, juventud y se extiende hasta la edad adulta. Leamos: “Enseñadles a pedir al Señor ayuda para las cosas pequeñas de la vida; a estar bien despiertos para advertir los pequeños deberes que necesitan realizar; a ser útiles en el hogar. Si no los educáis… Satanás espera su oportunidad para sembrar cizaña en el corazón… Se necesita aprender los métodos correctos y adquirir tacto para la educación de los pequeños, de modo que permanezcan en el camino del Señor. Debe buscarse la cultura más elevada de la mente y el alma”, para que tengan “un espíritu reposado”. Todo lo que el padre trata de mejorar su carácter, lo siembra en sus hijos, son rasgos tan nobles, que hasta pueden escalar metas muy altas.

          Comparemos los dos importantes pueblos, descendientes de los hijos de Abraham: Ismael e Isaac. Tal vez, la influencia que cada madre ejerció sobre su hijo, marcó sus diferentes destinos: Cristo nació del linaje de Isaac. Según las historias, Mahoma era descendiente de Ismael. Diariamente recibimos noticias, de los descendientes de ambos. Los judíos, por haber rechazado a Jesús después de su muerte y ascensión al cielo, fueron esparcidos por toda la tierra, además han sufrido persecuciones y odio. Tal vez, como todavía esperan la llegada del “Mesías Príncipe”, preparan a sus hijos desde su nacimiento, para un ministerio superior. Esto nos ayuda a comprender, ¿por qué han ganado la mayor cantidad de los “Premios Nobel” en el mundo?

          Origen del “Premio Nobel”: el sueco Alfred B. Nobel (1833–1896), era ingeniero y químico. Como resultado de sus investigaciones inventó la dinamita, que fue usada por primera vez en la guerra franco-prusiana, después la pólvora. Patentó sus inventos y como siempre hay guerras, se enriqueció. Un año antes de su muerte, en 1895, estableció la Fundación Nobel y firmó un testamento, con el fin de premiar en el mundo, a quienes más se distinguieran en física, química, literatura, medicina y paz. Después introdujeron la economía. Cada año, el intelectual más destacado de una de estas especialidades, recibe el “Premio Nobel”, que es de más de un millón de dólares.

          Según las investigaciones, en el mundo hay aproximadamente unos catorce millones de judíos. Lo que llama la atención, es que de esa pequeña cantidad de personas, desde el año 1905 hasta el hasta el 2000, esto es, durante 95 años han recibido 127 Premios Nobel: en Paz 8,  en Literatura 10, en Economía 13, en Medicina 43 y en Física 53. En cambio, los árabes que son casi la tercera parte de los habitantes del mundo, en los mismos 95 años, sólo siete personas han sido galardonados con ese famoso Premio.

            Si tratamos que nuestro hogar esté lleno de bendiciones celestiales, utilizando cada minuto de nuestro tiempo, en la formación del carácter de nuestros hijos, los estaremos preparando para su vida futura. ¡Quién sabe si por ese esfuerzo, además de contribuir, con su bienestar social, uno de nuestros hijos llegue a ganar un “Premio Nobel”! Nuestra responsabilidad es incentivarlos, para que transiten por el camino de Dios, de modo que escalen cimas muy altas, inundados de humildad, amor y bondad.

Articulo publicado en Volumen XII. Guarda el enlace permanente.

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