El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. I Samuel 16:7.
Nació Franco en un hogar muy católico, durante su niñez se sentía atraído por el sacerdocio. Como era el menor y el más consentido de su madre, me convirtió en un adolescente rebelde, con tendencias de izquierda. Terminó bachillerato, por sus méritos académicos, recibió beca en una Universidad de Barquisimeto. Cuando se graduó de castellano y literatura, por sus altas calificaciones, le permitieron ingresar de profesor en El Instituto Pedagógico de Maracay, y se dedicó a la enseñanza.
Era el profesor más joven de su especialidad, pero un poco revolucionario, sus primeros años se distinguía por el ateísmo. La Biblia para él era un libro mítico. Dios que conoce los corazones, preparó a la persona que necesitaba, para que en el momento oportuno lo guiara por el verdadero camino. Los cambios de su vida se dieron lentamente: de católico pasó a comunista, volvió al catolicismo y terminó siendo adventista. Leamos algo que escribió:
“Años atrás mi esposa estaba ausente y le escribí: Esta carta va con el amor de siempre, sembrado en el amor de Jesús. No te preocupes tanto por mí, recuerda que yo soy emotivo, ahora tengo un “escudo protector y una roca” donde apoyarme, el cual es mi amado Jesucristo. Te escribo para decirte lo que he pensado, al leer la poesía de los primeros profetas de la Biblia, que fueron los primeros poetas. En algunos casos, la poesía viene del Espíritu Santo, son confidencias divinas, como dice el poeta Víctor Bravo en “Confesiones”. Estas ideas se me ocurren y me gusta compartirlas contigo, porque yo he llegado a buscar a Jehová, que me dotó de una sensibilidad, razón por la que me he puesto en la religión adventista, para que haciendo mis ejercicios espirituales, aprenda a volar con las alas que Dios me proporciona… Franco”.
Este testimonio lo escribió el profesor Franco, en marzo de 1999, es un reflejo de las maravillas que el Espíritu Santo hizo en su vida: Mi hijo el pastor lo bautizó, fue director de la escuela sabática, los dos últimos años de su vida. Estuvimos casados trece años. Un día escribió a su amigo todo lo que sentía, pero lo recibió su sobrina una médico, nos llamó y con familia vinieron a buscarnos. Fuimos a Maracaibo, donde el 2 de mayo del 2009, murió de una enfermedad misteriosa.