Honroso es el matrimonio. Hebreos 13:4
Conocí a una pareja casada por 34 años. Ambos venían de hogares cristianos, como desapareció la cortesía, el respeto y la paciencia, surgieron las críticas y la descortesía. Por eso no armonizaba el amor, y el hogar se convirtió en tinieblas.
Al principio, esa pareja se preocupaba por comprar adornos y muebles. Cuando las compras cesaron, su comunicación también. Lo principal de su conflicto era el dinero. Todo se fue cubriendo de dudas, desconfianza y rencor. El amor cedió su paso al egoísmo y se odiaban. Los pensamientos negativos, conducen a una vejez amargada y a un paso de una muerte prematura. Cosechan lo que por tanto tiempo sembraron. El esposo padecía del corazón, diabetes y alta presión. La esposa del hígado, depresión, estrés y cáncer. La siguiente cita del Departamento de Salud y Temperancia del SDA, nos ayuda a entender esa situación: “Aquellos que muestran hostilidad, según exámenes psicológicos, tienen hasta un 42% mayor riesgo de muertes prematuras, por causas combinadas, incluyendo enfermedades del corazón, diabetes y cáncer, que aquellos que no son hostiles”. Los mayores daños que recibe la familia, tienen su origen en la equivocada relación del matrimonio. Si Cristo es el centro del hogar, el amor y la amistad mejoran, y palabras de bondad liman las asperezas, disipan los temores y transforman sus vidas.
Hay expertos en libros, revistas y videos sobre la vida conyugal, ponen énfasis en los sentimientos para alcanzar el éxito. El peligro surge cuando estimulan pensamientos impuros, que convierten la relación sexual de la pareja en depravación.
Según las encuestas sólo un 10% de las parejas, se consideran felices. Me gustaría saber si la mayor parte de ese porcentaje, se ha nutrido de las enseñanzas Divinas, leamos 1ª. Corintios 13: 4-7: “El amor es sufrido, es benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo los sufre, todo lo cree”. El éxito depende de la posición que Cristo ocupe en la vida de la pareja, si uno pone su mayor interés en las cosas espirituales de Dios y el otro en los placeres mundanos, el fracaso es completo. No hay neutros ni puntos intermedios: tomamos el camino del mal o del bien. El enemigo siempre trata de tergiversar los planes de Dios, para que los humanos no se sacien en Cristo, “la fuente de agua viva”.