Muchos correrán de aquí para allá, Y la ciencia aumentará. Daniel 12:4.
En el capítulo 2 de Daniel, la profecía del reino eterno de Dios, está al final del sueño que el rey Nabucodonosor tuvo de: “una enorme estatua”, la cual fue destruida por una piedra. “La piedra que había golpeado y pulverizado la estatua se convirtió en un gran monte”. La interpretación del profeta Daniel fue: “En el tiempo de esos reyes, el Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido y permanecerá para siempre”. Esta profecía se amplía en el capítulo 7, además de presentar simbólicamente los imperios mundiales, dice: “Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos… el juez se sentó y los libros fueron abiertos”, esto significa que todos los humanos seremos juzgados. Continúa: “Había quitado a las otras bestias (imperios) su dominio, les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo”. Esto significa que esos grandes imperios mundiales perdieron su dominio, aunque su historia ha llegado hasta nuestros días. Al final del tiempo, el pecado será destruido y se establecerá el reino eterno de Dios, para los redimidos. Leamos los versículos 1, 2, 4, 9 y 13 de Daniel 12.
1: “Será tiempo de angustia cual nunca fue”. Cuando Cristo nació, murió y resucitó, Jerusalén estaba bajo el Imperio Romano. Después, según la historia, hubo una aparente unión de paganos y cristianos, por la ley indujeron a guardar el domingo y abolieron el sábado del cuarto mandamiento. El papa, cabeza de la iglesia, dio comienzo el año 538 al Estado Pontificio, alcanzó supremacía política y el catolicismo pasó a ser oficial en toda Europa. Los que no aceptaban sus creencias, los acusaban de herejes y miles murieron, condenados por la Inquisición. El tiempo final está cerca. Por la rebeldía y el rechazo a Dios, el pecador se encuentra al borde de su condenación. El último período no será largo, habrá grandes desastres, ocasionados por plagas. Los únicos que serán librados del sufrimiento, serán los fieles que tienen sus nombres escritos en: “el libro de la vida”.
2: “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna y otros para vergüenza y confusión perpetua”. Los muertos justos, de todas las edades cuando resuciten, serán transformados con jóvenes de belleza inmortal y llevados a la patria celestial. Los pecadores que resuciten, serán los que condenaron y crucificaron a Cristo, más los enemigos de la verdad. Despertarán con la misma enfermedad y odios, que tenían cuando murieron. Al ver la gloria del Hijo de Dios, el temor los invadirá, tratarán de escapar y volverán a morir por mil años más.
4: “Muchos correrán de aquí para allá y la ciencia aumentará”. Esto profetiza los avances en todas las ramas de la ciencia, que han transformado a nuestro mundo. Como las investigaciones aumentan cada día, el horizonte se despeja para que el mensaje de salvación llegue a cada rincón del planeta. Desde el siglo XIX, el estudio y comprensión de los libros proféticos de Daniel y Apocalipsis han despertado interés.
9: “Estas palabras están selladas y cerradas hasta el tiempo del fin”, significa que vivimos en el tiempo predicho por la profecía. Cuando el tiempo de gracia finalice, Cristo saldrá del santuario celestial y su resplandor inundará nuestro planeta.
13: A Daniel le fue revelado su futuro personal, en el último versículo de su libro dice: “tú sigues hasta el fin de tu vida. Descansarás, y en los últimos días te levantarás para recibir tu herencia”. Esta promesa es para que todos acepten el plan de salvación: los justos muertos resucitarán y los vivos serán transformados, la felicidad nos invadirá y recibiremos la vida eterna, si con oración seguimos siempre al Salvador.