El cuenta el número de las estrellas. Salmo 147:4.
Según las investigaciones científicas, la luna se mueve alrededor de la tierra y los planetas alrededor del Sol, esto significa que los sistemas planetarios como el nuestro, son las estrellas del universo, que con sus componentes se mueven alrededor del centro de cada galaxia. Como hay muchas galaxias y el universo es inmenso, muchos astrónomos piensan que posiblemente hay vida en otros mundos.
Es curiosa la comparación, que hacen los científicos del átomo con nuestro sistema solar, leamos: “Hoy sabemos que el átomo es como un pequeño sistema solar en miniatura. El núcleo, formado por protones y neutrones, es como el sol, mientras los electrones son como los planetas que giran alrededor del núcleo… El átomo se comparó con un pequeño sistema solar, porque éste último era ya conocido. Por otra parte, la fuerza de gravitación, que regula el movimiento de los planetas, actúa en modo similar a la fuerza eléctrica que regula el movimiento de los electrones alrededor de los núcleos. El sistema planetario era… el modelo que mejor se presta para representar al átomo… los científicos se dieron cuenta que no era posible hacer una analogía entre el mundo macrofísico y el mundo microfísico”, Ciencia o Dios p. 41 del Dr. M. Bounfiglio.
Según Amós 3:7, Dios prometió que: “no hará nada… sin que revele su secreto a sus siervos los profetas”. Eso significa que su amor es tan inmenso, que nunca ha dejado a la humanidad en completa oscuridad. En cada época, hubo profetas con la luz necesaria para que el pueblo de Dios saliera victorioso. Elena de White, recibió mensajes por medio de visiones y sueños aplicables a la época actual. En diciembre de 1848, recibió la siguiente visión: “Entonces pudimos ver en Orión un espacio abierto de donde salió la voz de Dios. Por aquel espacio abierto descenderá la santa ciudad de Dios” Primeros Escritos p. 41. Sorprende, porque esto le fue revelado más de cien años, antes que la astronomía moderna asombrara al mundo, con el descubrimiento de los “huecos o agujeros negros” en el universo. Son completamente invisibles, hasta por los potentes telescopios, lo único que se percibe es la gran fuerza de atracción, que ejercen sobre todo lo que se les acerque. Por ese “espacio, agujero o hueco negro” que hay en la constelación de Orión, es por donde descenderá la Ciudad de Dios, con los redimidos de todas las edades, después de un largo paseo de mil años.
En la actualidad, por las investigaciones astronómicas han llegado a saber, que hay más de mil sistemas planetarios, igual al nuestro en el universo. Según Patriarcas y Profetas p. 65: “Los santos habitantes de los otros mundos observaban con profundo interés los acontecimientos, que ocurrirán en la tierra”, esto lo escribió la autora mencionada, por inspiración divina hace más de cien años, cuando las ciencias estaban en sus comienzos. La misma escritora en Joyas de los Testimonios tomo 2, p. 407, dice lo siguiente: “este mundo diminuto fue escena de la encarnación y el sufrimiento del Hijo de Dios. Cristo no fue a los mundos que no habían caído, sino que vino a este mundo, todo mancillado y quemado por la maldición”. Esto significa que Cristo, por amor vino y murió cruelmente. Si lo aceptamos y nos arrepentimos, seremos llevados a la patria celestial. Los santos de otros mundos se alegraran, cuando nos vean.