En estas páginas se abre el corazón de Zoila por segunda vez para que visitemos el territorio de su fe. Un espacio que palpita con más fervor desde su segundo nacimiento, el que se produce después de ser intervenida en la primera operación exitosa de corazón abierto que se realizó en Venezuela (abril de 1967). A partir de ese momento Zoila crece en su relación con Cristo y comparte con el prójimo esta manera de reencontrarse con la vida. Durante varios años de reafirmación cristiana aborda su existencia con el equipaje más valioso que haya podido seleccionar: la oración.
Zoila siembra, con su modesta palabra, testimonios de agradecimiento al Eterno. Ella, en su intimidad, ha fundado espacios para la convivencia cristiana con su familia, sus amigos y vecinos. Y ha vivido para contarlo, razón por la que escribe en primera persona, tanto de sus experiencias como las de otros que pertenecen a sus afectos más cercanos. Es así como su voz se multiplica para ser hija, madre, hijo, esposo, hermana… Estos recuerdos nos dan la oportunidad de compartir una síntesis de un discurso semejante al diario íntimo, donde la confianza en Dios es el soporte de una vida plena de bendiciones. Ojalá que estos cortos textos sirvan para labrar esperanzas en quienes se acerquen desprejuiciadamente a ellos.
Cada una de estas páginas nos recuerda que la vida tiene un sentido si caminamos de la mano de quien nos la dio. Juntar en el silencio de la soledad una serie de anécdotas y expresarlas con frases que han sido escritas más por la providencia divina que por su autora, es una vía expedita para mostrar cómo Dios obra en la vida de quienes lo llaman. – Francisco Rojas